Durante las últimas cuatro temporadas, para visitar el Coliseum y salir indemne necesitabas ir equipado como un marine. Y jugar con pinturas de guerra. Este curso el Getafe había perdido su dureza. Justo llegó el Valencia raquítico de esta temporada y el Geta lo arrolló, literalmente, recuperando su juego de hierro y fuego. La guerrilla de Bordalás barrió de un plumazo la floja resistencia del once del murciélago, atemorizado en planteamiento y respuesta táctica desde el banquillo. El Getafe volvió a ganar tras cinco derrotas y un empate en las últimas seis jornadas. Bordalás respira. Sin gol, sin tiros a puerta, sin puntos, el Geta lo recuperó todo ante un Valencia en los huesos.
El Getafe planteó un partido agrio. Juego directo, en ocasiones muy primitivo, y a ganar duelos individuales en el cuerpo a cuerpo. Los ganó casi todos. En uno de ellos, Unal le rompió el labio a Gayà de un codazo. En otro, Cabaco sacó del campo a Wass. Racic y Carlos Soler, los mediocentros, muy blanditos, estaban desaparecidos. El Valencia defendía en bloque bajo, favoreciendo el plan de partido de Bordalás de correr a pelotazos a su rival. El Valencia se achicó. Sólo Kang In entendía que la pelota tenía que jugarse a ras de hierba. Acabó desquiciado.
Mauro Arambarri sacó el cañoncito que esconde en la pierna derecha y con un potente golpeo de empeine sacudió las redes de la portería de Cillessen, que, adelantado en la salida de balón del Valencia, no esperaba recibir ese bala de cañón. La primera mitad transcurrió muy trabada. Muchas faltas y el balón parado o fuera del campo. De tiempo efectivo se jugó muy poco.
El Valencia no tenía salida si la pelota no pasaba por Kang In. Yunus, novedad en la formación, derecho cerrado, estaba en el otro costado, más preocupado en las ayudas defensivas a Gayà que en impulsarse por el costado. Con esa decisión, Gracia cegó el flanco izquierdo del equipo porque cuando el inglés quería desplegarse tenía dificultades y perdía el balón.
El partido se acabó con la expulsión de Diakhaby a los cinco minutos de arrancar la segunda mitad. Se durmió como último hombre en el control de la pelota, Maksimovic se la llevó, salió disparado hacia Cillessen, y el francés lo derribó. A continuación Jaime Mata le metió la pelota por debajo de las piernas a Cillessen y mató el partido. Aleñá hizo el tercero cuando el Geta bailaba al Valencia en los compases finales. Paulista acabó llorando ante las cámaras cuando le preguntaron por el miedo al descenso.
Source link