Tan cierto es que el Girona encaja en todos los partidos como que, desde que Paulo Gazzaniga ocupó el arco rojiblanco, no se ha perdido ninguno de ellos.
Míchel cedió el privilegio al argentino para lograr un cambio de dinámica en el equipo. Paulo, siendo consciente de que estos cambios en una posición tan concreta se dan más bien poco, cogió el cargo con mucha profesionalidad, dejando a los rivales sin el sabor de la victoria en los cinco partidos que ha pisado el verde.
No han sido exámenes fáciles a los que se ha tenido que someter el guardameta gerundense. Los rivales que se han puesto enfrente han sido Osasuna, Real Madrid, Athletic Club, Elche y Rayo Vallecano. Todos ellos han perforado la red del hombre que por cuatro centímetros no llega al par de metros de altura, aunque también han sido vitales muchas de sus actuaciones. La última, precisamente, a Unai López frente al Rayo donde voló sin piedad tras un zapatazo desde fuera del área que parecía tener cita con la escuadra. Paulo apareció como el ex que se propone interrumpir cualquier encuentro romántico.
Con el portento del cancerbero salvaguardando los muros, el Girona ha dado un paso más en seguridad, en presencia y en intervenciones claves. Así lo dictaminan las estadísticas. El objetivo principal del cambio fue en busca de minimizar errores y el cedido por el Fulham está demostrando tener las manos que Montilivi necesitaba. El balance con él es de tres empates y dos victorias.