El Gobierno catalán abre la puerta a los aerogeneradores marinos en el Empordà

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En el Alt Empordà, al viento se le reivindica como una seña de identidad y de orgullo. Se alardea de él y se le defiende. Aparece como algo más cercano al carácter que a la meteorología. Estar “tocat per la tramontana” se supone como una especie de dicha, una chispa. Una suerte de la que presumir, más que sacarle provecho. En toda la comarca no hay ni un molino de viento instalado. De momento.

El Cap de Creus dibuja un pico que queda furiosamente aireado, y ese es un terreno ideal para plantar el primer parque eólico marino de Cataluña. Así lo defiende la consejera de Acción Climática, Teresa Jordà, para poder cumplir los planes de la Prospectiva Energética de Cataluña 2050 (Proencat). La hoja de ruta que fija la transición energética de Cataluña para las próximas tres décadas desglosa la necesidad de desplegar un parque eólico en la costa. “Hay que aprovechar el Empordà, porque es la única zona de Cataluña que tiene potencial para desplegar eólica marina”, subraya el ingeniero Sergi Ametller, uno de los promotores del parque Tramuntana. El pionero proyecto contempla instalar 30 aerogeneradores frente a las costas de Roses, para lograr una capacidad de casi 500 megavatios (MW). “Valoramos muy positivamente las declaraciones de la consejera”, celebra Ametller.

Jordà puntualiza que quien tiene la última palabra es el Ministerio para la Transición Ecológica, al ostentar las competencias en la franja litoral. “Hemos hecho un estudio independiente y llegamos a las mismas conclusiones que aparecen en el borrador del nuevo Plan de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), que ha redactado el Ministerio”, precisa Ametller. Alude a las características del viento, al tráfico marino y aéreo, a la pesca, a la profundidad de la zona y a otros varios factores, para afirmar que “la única zona que reúne las condiciones es el Empordà”. Una tesis que levanta ampollas.

Los impactos de un macro parque eólico marino “son múltiples y terribles”. Así lo aseguran los muchos detractores del parque Tramuntana. Critican que los molinos cubrirán un tramo de 24 kilómetros de costa, entre el Cap de Creus y el Cap de Begur, al norte de la Costa Brava. Recelan de que el proyecto esté tan avanzado, pese a que no se ha hecho ninguna licitación. Las voces críticas alegan además que con el vigente POEM, de 2009, no sería posible ubicarlo en esa zona, por ser de “exclusión eólica marina”.

Las alarmas se han encendido después de escuchar los deseos de Jordà de tener un parque eólico marino flotante en 2030. Los opositores al parque, alcaldes, científicos y entidades apuestan por las renovables, pero no proyectadas en lugares “sensibles” como el previsto, rodeado de ocho áreas marinas protegidas por contar con una rica biodiversidad.

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“La mitad norte de la costa catalana alberga uno de los patrimonios de biodiversidad marina más importantes de todo el Mediterráneo”, asegura Rafael Sardà, investigador y científico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Por ello, Josep Lloret, biólogo marino de la Universitat de Girona (UdG), sostiene que “hay que analizar los potenciales daños ecosistémicos a gran escala, más allá de la zona ocupada por los aerogeneradores”. “No soy detractor de la eólica, sí técnico garante de la administración, de proteger la salud de los ecosistemas”, afirma Sardá.

Sardà recuerda que “España tiene un compromiso con la eólica con Europa, pero también deberá tener un 30% de las aguas protegidas [un compromiso suscrito a nivel comunitario], y solo lo están el 12%”. Los principales argumentos contra el parque son el impacto sobre la biodiversidad marina, el turismo y también el paisaje como patrimonio, como destaca el geógrafo de la UdG, Josep Vila.

El vicepresidente de la plataforma Stop Macro Parc Eòlic Marí, Jordi Ponjoan, ve un sinsentido que “la costa del Empordà se convierta en un polígono industrial donde solo veas molinos”. “En el horizonte, desde Begur o Cadaqués, solo se verán molinos. Y el mar es nuestro modus vivendi”, recuerda. Para el alcalde de Torroella de Montgrí, Jordi Colomí, “un macroparque sería una barbaridad. Que no pase lo de siempre, que porque la Generalitat se ha dormido 15 años, ahora vamos a ir a la carrera”.

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