El Gobierno de Ciudad de México alega fallos en la metodología y falta de otras hipótesis para rechazar el último informe de DNV

El Gobierno de Ciudad de México alega fallos en la metodología y falta de otras hipótesis para rechazar el último informe de DNV


La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, durante una comparecencia.Leopoldo Smith Murillo (Getty Images)

El Gobierno de Claudia Sheinbaum ha rechazado, sin matices, el tercer y último informe de la consultora noruega Det Norske Veritas (DNV) que señala fallas de mantenimiento detrás del colapso de la Línea 12 del metro que hace un año dejó 26 muertos y un centenar de heridos. Consultado por , que este lunes adelanta el reporte, el Ejecutivo de Ciudad de México ha detallado que los motivos por los que desestiman el documento son principalmente que la empresa no siguió su propia metodología para analizar “las causas de raíz” que llevaron a que la estructura se viniera abajo, confundieron las barreras preventivas con las causas del siniestro y no estudiaron otras posibles hipótesis alternativas. El equipo de la mandataria critica que el informe da el mismo valor a las fallas de diseño y construcción, señaladas como causas inmediatas del colapso, que a la falta de inspección y mantenimiento de la línea.

La Administración capitalina, que hace un año contrató a DNV por considerarla como “garantía de calidad”, ha explicado que eligió a esta empresa porque era reconocida internacionalmente en análisis de gestión de riesgos, análisis forense y de causa raíz de fallas catastróficas. Los dos primeros informes de la consultora fueron bien recibidos por el Gobierno de Sheinbaum. Sin embargo, el Gobierno apunta que la tercera entrega no sigue la metodología de la propia empresa para determinar las causas de raíz de un acontecimiento. “Han ido torciendo la metodología a lo largo del proceso”, critica el gabinete capitalino.

La metodología

La metodología BSCAT, acrónimo de Análisis Causal Sistemático basado en Barreras por sus siglas en inglés, es una marca registrada de DNV que consta de cinco pasos. Primero se recolectan las evidencias sobre el siniestro. En segundo lugar, se realiza una línea de tiempo de momentos relevantes antes y después del accidente. Después, se identifican las llamadas barreras. Más adelante, se hace una evaluación de cada barrera: si funcionó de forma adecuada, falló, se degradó con el tiempo o nunca existió. Finalmente, se hace un análisis causal, en donde se explica en detalle cómo afectó la falla o ausencia de esas barreras.

Para el Gobierno de la ciudad, la empresa confunde en su informe las barreras, que son factores que pudieron haber prevenido las causas inmediatas del siniestro, con las razones del colapso. Entre las barreras descritas en el documento figuran el diseño, que según la firma no fue realizado bajo las especificaciones estadounidenses para la construcción de puentes -un estándar de referencia en el mundo-, o la adecuada instalación de los pernos que sostenían la estructura. El Ejecutivo asegura que esos puntos pueden ser considerados causas del colapso, pero no medidas preventivas.

Entre lo que más rechazo genera al Gobierno está la conformación del informe, que “pone al mismo nivel” las fallas en el diseño, la construcción, la supervisión de la obra y el mantenimiento, y “no le da la importancia que tiene” a las tres primeras, señaladas como las causas inmediatas del colapso. Además reclaman el lenguaje taxativo que utilizan para apuntalar los motivos del derrumbe. El gabinete de Sheinbaum sostiene que no podía evitarse la tragedia con acciones de mantenimiento de la línea y que los problemas de diseño y construcción eran imperceptibles a la vista.

Fotografías a pie de calle

La consultora noruega ha afirmado en el informe que la evidencia de que la estructura estaba dañada era “visible en fotografías adquiridas desde el nivel de la calle”, por lo que podría haber sido detectada en una inspección visual. Pero el equipo de Gobierno reclama que las imágenes con las que se trabajó no son completamente fiables porque fueron tomadas de Google Street View -además de una evaluación realizada con drones en 2019-, y que por lo tanto no tienen suficiente calidad para realizar un análisis de este tipo.

El Ejecutivo capitalino asegura a este periódico que hubo un cambio en el equipo que realizó esta entrega respecto a las anteriores. Pese a que las firmas que llevan los informes son prácticamente las mismas, el equipo de Gobierno afirma que quien trabajó las entregas anteriores fueron las filiales extranjeras de la compañía, mientras que esta fue llevada a cabo por la filial mexicana. Y eso se nota en la calidad del contenido, señala el equipo de Sheinbaum.

El “tramo espejo”

Entre las críticas que realiza el Gobierno al análisis, está también el hecho de que no se haya tomado como referencia empírica y analítica el llamado “tramo espejo”, un sector de la línea prácticamente igual al que se cayó. Las autoridades comentan que el comité de expertos formado para evaluar la rehabilitación de la Línea 12 realizó un estudio sobre el tramo espejo que aportaba información al análisis de las causas, pero asegura que DNV nunca lo tomó en cuenta. Según el Ejecutivo, la compañía rechazó analizar esa parte de la línea “porque no estaba en el contrato”.

La jefa de Gobierno aseguró el miércoles pasado que el reporte era deficiente, tendencioso y falso, que estaba mal ejecutado y que tenía problemas técnicos. Además anunció una demanda civil a la empresa noruega por incumplir con el contrato, mientras que la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, el cliente formal de DNV, informó que inició la rescisión del contrato. El Gobierno acusaba “muchos intereses detrás” del informe, ligados a la oposición.

Dimensión política

La lectura del equipo de Sheinbaum tiene también una dimensión política relevante. El entorno de la mandataria sostiene, de hecho, que se trata de un reporte que hace equilibrios para contentar a todo el mundo y que por ello evita jerarquizar las posibles causas del derrumbe. Las supuestas fallas salpican a las tres últimas Administraciones y a la empresa constructora. Del Ejecutivo que construyó la Línea 12 y la inauguró en 2012, encabezado por el actual canciller, Marcelo Ebrard, al que la suspendió durante un año y medio, de Miguel Ángel Mancera, hasta el que hoy gestiona la ciudad. “No quiere quedar mal con ninguno de los actores, pero al mismo tiempo queda mal con todos”, señalan esas fuentes.

La Administración local “no acepta ni reconoce” el informe porque, según su criterio, ni siquiera se emitió un dictamen final como tal. Una vez más, el argumento central es el de la metodología que, considera, no se aplicó. “Hay un abuso de la empresa. Es como si yo contrato una encuesta casa por casa y me entregan el resultado de una encuesta realizada por teléfono”, interpretan. Por tanto, con estas premisas, el Gobierno no solo mantiene que no se tomaron en cuenta las observaciones o las objeciones presentadas durante el proceso, sino que ese proceso no ha terminado. Insisten además en que el reporte, que califican de “salomónico” por el tono, “debía ser la gran conclusión” cuando, a su entender, “parecen ser más concluyentes” los otros trabajos.

“El Gobierno ha sido muy cuidadoso y respetuoso en relación con todo lo político”, aseguran desde el gabinete de Sheinbaum. De hecho, defienden, Morena no ensañó, por ejemplo, con Mancera, aunque en un primer momento la bancada del partido oficialista intentó quitarle el fuero de senador del PRD para que pudiera ser investigado por la justicia. Lo que sí reconocen es que el reparto de responsabilidades del accidente -ante las que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, pidió desde el primer momento máxima prudencia- es un asunto sumamente delicado. Por eso impugnan un reporte que, consideran, no se corresponde a “la verdad” de lo ocurrido.

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