15 de diciembre de 2019. Ese es el último día que un delantero marcó un gol en Liga para el Real Madrid. Fue, cómo no, Karim Benzema, y lo hizo para empatar el partido ‘in extremis’ en el duelo ante el Valencia que se disputó en Mestalla (1-1). Desde entonces, nadie más perteneciente a la parcela ofensiva blanca ha aportado goles en la competición doméstica.
Sí en la Copa del Rey, donde Bale y Brahim encarrilaron el pase ante Unionistas de Salamanca (1-3). Pero ni el galés, ni el malagueño, ni ningún otro compañero suyo han sido capaces de hacerlo en Liga, donde el Real Madrid, aún así, ha ganado tres partidos (Getafe, Sevilla y Valladolid) y ha empatado otro (Athletic Club).
Lejos de notar en exceso esa ausencia, no le ha supuesto un problema a Zidane el hecho de no tener pólvora arriba. De hecho, en este margen de tiempo, ha logrado un título: la Supercopa de España. Venciendo, eso sí, desde la protección defensiva más que desde la proyección ofensiva. Una nueva táctica ganadora en la Casa Blanca.
Efectividad en otras zonas del campo
Y es que cuando los delanteros no han respondido, ahí han estado los centrocampistas (Casemiro hizo un doblete ante el Sevilla) o, incluso, los defensas (Varane, otro doblete ante el Getafe y Nacho frente al Valladolid). Por señalar, además, los tantos de Kroos, Isco y Modric en la Supercopa de Arabia.
Así pues, el Real Madrid que en otros tramos de la temporada sí que habría sufrido con esa falta de gol, esta vez los frena con goles llegados desde otras posiciones del campo. Algo que, en la lucha por la Liga, es capital.
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