El Gran Premio de la Emilia-Romaña, que se disputa en el mítico trazado de Imola, previsiblemente tendrá como gran protagonista a la lluvia y todo apunta que será la primera carrera que se disputa en mojado. Sin embargo, las grandes tormentas podrían causar demasiados problemas y la región ya ha declarado el estado de alerta roja por las consecuencias que pueda acarrear la climatología.
Hace un par de semanas ya hubo lluvias extremas que provocaron inundaciones con consecuencias muy graves. Sin ir más lejos, dos personas fallecieron. Así pues, se teme que las lluvias causen otra vez tantos problemas y se han movilizado 120 unidades de bomberos a la zona para paliar todos los contratiempos.
En principio las lluvias más fuertes son durante este inicio de semana y es cuando se teme que haya más deslizamientos de tierra e inundaciones. Para el fin de semana se espera que el tiempo ceda un poco más aunque las precipitaciones seguirán presentes. Cabe recordar que en la edición de 2022 ya se corrió con lluvia pero llegó de forma más calmada y solo durante el inicio de la carrera. La pista se fue secando y acabar con ‘slicks’.
El calvario de las últimas carreras en lluvia
Si algo está caracterizando las últimas carreras en lluvia es la extrema precaución de Dirección de Carrera. El año pasado, por ejemplo, la carrera de Japón, donde se decidió el título, se paró durante casi toda la cita y no se llegó a diputar ni la mitad de carrera. Otro ejemplo que se vivió durante la temporada pasada fue el de Mónaco, cuando se decidió arrancar la carrera detrás del Safety Car con salida lanzada tras una hora y media larga de espera.