El Granada se impuso en el derbi regional ante un Sevilla gris y nervioso, que ofreció su peor versión de la presente temporada. El meritorio triunfo local permite respirar a Robert Moreno, puesto que el Granada, con sufrimiento, pero también con merecimiento y mucha pelea, logró su primer triunfo. El Sevilla comenzó el partido de manera demasiado contemplativa, recibió un gol y luego intentó reaccionar. Si bien gozó de alguna ocasión para empatar, su juego fue demasiado plano y previsible, con su técnico, Julen Lopetegui transmitiendo un nerviosismo inusitado desde el banquillo. El Granada supo golpear (ganó con un único disparo a puerta) y aprovechar la ansiedad de un Sevilla desconocido. La Liga ofrece una tremenda igualdad y cada partido es una batalla enorme. En el Sevilla se vieron demasiados nervios, con sus jugadores muy crispados, sin pausa ni criterio para aprovechar bien sus recursos y empatar. Ese punto de desquiciamiento no le vino bien. El Granada lo supo utilizar a su favor para llevarse una victoria que le supo a gloria ante un rival demasiado ansioso, que perdió una buena oportunidad de colocarse en lo más alto de la clasificación.
El Sevilla no supo jugar con los nervios del Granada en una primera parte del conjunto dirigido por Lopetegui. No se entiende tampoco muy bien el afán que tiene el equipo sevillista por dejar pasar los minutos sin que pase nada. Esa actitud tan aparentemente pasiva del Sevilla fue, por supuesto, muy bien aprovechada por el Granada, que saltó al terreno de juego con un punto de intensidad altísimo, metiendo mucha presión a un equipo con una actitud demasiado contemplativa. Realmente, el Sevilla, sobre todo fuera de casa, juega de esta forma. Ocurre que no siempre su sistema defensivo va a funcionar a la perfección. A veces, porque el fútbol es un juego de errores, aparecen fallos inesperados, donde jugadores absolutamente fiables muestran una cara desconocida. Ocurrió en el gol de este peleón Granada. No es normal que Diego Carlos despeje de una manera tan deficiente. Tampoco que Bono esté mal colocado. El meta salvador de otras ocasiones se tragó el disparo desde fuera del área de Rochina para que Los Cármenes, con el 100 por cien de su aforo, reventara de alegría.
El festejo de Robert Moreno en el banquillo junto a sus jugadores mostró la tensión que está sufriendo este equipo. El Sevilla, lento, con Rakitic, Lamela y Suso poco afortunados, tuvo, sin embargo, una gran ocasión para empatar a balón parado. Acuña la puso al segundo palo, Koundé prolongó y Diego Carlos, con todo a favor, envió el balón fuera. A pesar de su juego discreto, los de Lopetegui tuvieran alguna opción para lograr el empate. Fruto del tesón de jugadores como Fernando, que lanzó un gran disparo desde fuera del área que no entró por muy poco. También por una buena carrera de Montiel, sustituto de Navas, que centró al área para que Jordán, muy suelto, rematara fuera. El Sevilla, lento y plomizo, dejaba mucho que desear ante un Granada que quiso guardar su gol como un auténtico tesoro.
El Sevilla salió algo mejor en la segunda parte, con una mentalidad más ambiciosa. Lopetegui hizo cambio tras cambio y, al final, introdujo demasiado desorden. Aun así, el Sevilla gozó de alguna ocasión para lograr el empate, sobre todo en un remate de Koundé a la salida de un saque de esquina que no entró de milagro. Insistió el Sevilla ante un Granada que se la jugó a defender, que logró romper su dinámica negativa y que vivió una auténtica liberación con este triunfo que le supo a gloria. El Sevilla fue un manojo de nervios, con futbolistas como Diego Carlos demasiado acelerados. Acabó expulsado por dar un codazo a Luis Suárez, como frustrado acabó un Sevilla demasiado revolucionado. En medio de tanta tensión, se pudo contemplar hasta alguna discusión entre dos compañeros, caso de Óscar y Acuña, que dio muy mala sensación.
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