Homenaje a las decenas de niños que murieron hace más de un siglo en un internado de Albuquerque (Nuevo México).Susan Montoya Bryan (AP)
Les arrebataban de los brazos de sus padres, les cambiaban el nombre, les cortaban el pelo, les impedían hablar su idioma o practicar su religión y costumbres, les imponían disciplina marcial. Muchos no sobrevivieron y fueron enterrados al lado de los colegios en que estaban internados.
El Gobierno de Estados Unidos ha publicado el primer volumen de su investigación sobre el trato denigrante que durante más de un siglo se dio a niños nativos americanos en internados y colegios públicos. Entre las conclusiones, que más de 500 niños murieron en 19 de esos internados del horror. “Se espera que ese número crezca” según avance la investigación, dice el informe, que estima que la cuenta subirá hasta “los miles o las decenas de miles” de niños muertos en los internamientos.
El descubrimiento de centenares de tumbas de niños indígenas sin marcar en internados de Canadá llevó a Estados Unidos a poner en marcha su propia investigación. Los primeros resultados se han publicado este miércoles por parte del Departamento de Interior, que en Estados Unidos se encarga de la gestión y protección de los territorios de propiedad federal y se ocupa también de las comunidades indígenas.
Niños apaches a su llegada al internado para indios de Carlisle, en Pensilvania.
La investigación muestra que, entre 1819 y 1969, el sistema federal de internados para niños indios americanos constaba de 408 escuelas federales en 37 estados o entonces territorios, incluidas 21 escuelas en Alaska y 7 en Hawái. La investigación identificó lugares de enterramiento marcados o sin marcar en 53 escuelas, y admite que es probable que vayan apareciendo más.
El informe ha sido presentado por la actual secretaria de Interior, Deb Haaland, la primera nativa americana en el cargo. “Las consecuencias de las políticas federales de internado indígena, incluyendo el trauma intergeneracional causado por la separación de la familia y la erradicación cultural infligida a generaciones de niños desde tan solo cuatro años, son desgarradoras e innegables”, ha señalado a través de un comunicado.
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Haaland considera que se deben aprovechar los resultados de esta investigación para dar voz a las víctimas y sus descendientes y tratar de curar las heridas que esa actuación dejó en las poblaciones indígenas.
La secretaria de Interior, Deb Haaland, en un acto de febrero pasado en Jackson, Misisipi.Rogelio V. Solis (AP)
El primer volumen, de 106 páginas sin contar los anexos, describe cómo el intento de asimilación cultural de los niños indígenas a través del sistema de internados contribuía en realidad al objetivo más amplio de despojar de sus tierras y posesiones a las tribus indias americanas y los nativos de Alaska y Hawái. “Creo que este contexto histórico es importante para entender la intención y la escala del sistema federal de internados para indios, y por qué persistió durante 150 años”, señala Bryan Newland, subsecretario para Asuntos Indios, en la carta de presentación del informe.
El documento se extiende en recopilar testimonios históricos que apuntan en esa dirección y recuerda que se firmaron centenares de tratados en la segunda mitad del siglo XIX con los nativos americanos que sirvieron para despojarles de sus territorios. Algunos de ellos contemplaban la educación, pero el informe señala que hay abundantes pruebas de que muchos niños fueron forzados a separarse de sus padres o internados sin consentimiento familiar. Algunos nativos pagaron con su vida la resistencia a que les arrebatasen a sus hijos.
Uno de los anexos muestra los mapas de localización de los internados. La ilustración mancha de puntos negros todo el mapa de Estados Unidos, pero muy especialmente los actuales estados de Oklahoma, Nuevo México y Arizona.
Mapa de localización de los internados para niños indios de Estados Unidos (sin incluir Alaska ni Hawái), en una captura tomada del informe oficial.
En muchos de esos lugares, como parte de la formación, los niños desarrollaban trabajos de ganadería, agricultura, avicultura, ordeño, fertilización, explotación maderera, fabricación de ladrillos; cocina, confección de ropa… pero el informe indica que salían de la escuela con una formación poco útil para integrarse en el sistema productivo. En la práctica, bajo la apariencia de una supuesta educación, lo que se estaba es usando trabajo infantil. Con frecuencia, el Gobierno federal colaboró con organizaciones e instituciones religiosas que gestionaban los internados.
En el informe se documenta cómo se llevó a cabo una política de desarraigo deliberada. No solo se les separaba de sus padres y familiares, sino que en los internados se mezclaba a indios de diferentes tribus, con el propósito adicional de que tuvieran que utilizar necesariamente el inglés para comunicarse.
El comisario para Asuntos Indios William A. Jones señalaba en 1902 que había que ser persistente y comparaba a los nativos con pájaros enjaulados. Decía que la primera generación quiere volar de la jaula porque conserva los instintos, pero tras varias generaciones el pájaro preferirá vivir en la jaula que salir volando. “Lo mismo ocurre con el niño indio”, añadía, según recoge el informe: “El primer piel roja salvaje llevado a la escuela se resiente de la pérdida de libertad y anhela volver a su hogar salvaje. Sus descendientes conservan algunos de los hábitos adquiridos por del padre, pero evolucionan en cada sucesiva generación, fijando nuevas reglas de conducta, diferentes aspiraciones y mayores deseos de estar en contacto con la raza dominante”.
Niños recogiendo patatas en un internado para indígenas.
La investigación ha recopilado los maltratos y abusos a que se vieron sometidos los niños, más allá de la separación de sus familias y el internado forzoso. “El sistema federal de internados para indios desplegó metodologías sistemáticas de militarización y de alteración de la identidad para intentar asimilar a los niños indios americanos”, dice el informe.
“Las normas a menudo se hacían cumplir mediante castigos, entre ellos castigos corporales como el aislamiento, la flagelación, la privación de alimentos, azotes, bofetadas y esposas. (…) A veces se obligaba a los niños indios mayores a castigar a los menores”, añade. Algunos niños trataban de escapar de los internados. Si eran descubiertos o capturados, recibían un severo castigo.
Un profesor de historia observa una foto de un internado para nativos del siglo XIX en Santa Fe.Susan Montoya Bryan (AP)
La investigación ha descubierto ya 53 enterramientos en esos internados y en 19 de los centros se han identificado más de 500 muertes infantiles. El informe no entra a analizar directamente las causas, pero sí señala que todo el sistema de asimilación y desarraigo fue “traumático y violento”.
Aunque por ahora las muertes que se han detectado son unos cientos, el Departamento de Interior prevé que la investigación en marcha “revele que el número aproximado de niños indios que murieron en los internados indios federales sea de miles o decenas de miles”, muchos de ellos enterrados en fosas comunes o sin identificar. “Las muertes de niños indios mientras estaban bajo el cuidado del Gobierno Federal, o de instituciones apoyadas por él, condujo a la ruptura de las familias indias y a la erosión de las tribus indias”, concluye el informe.
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