Doña Letizia es una mujer que no deja indiferente a nadie. Así queda claro, cada vez que se realiza una encuesta sobre la Familia Real, en la que la mujer de Felipe VI es siempre una de las que peor valoradas salen. Si bien tiene su público, la asturiana ha llegado a ser en alguna que otra ocasión el miembro peor valorado de la institución por los españoles, por debajo incluso del rey Juan Carlos, tan criticado y en el punto de mira en estos días. Eso es lo que señala uno de los últimos sondeos que se realizaron, en junio de 2019, por IMOP Insights para Vanitatis, en el que la Reina no llegaba si quiera al aprobado, quedándose en un 4,8 sobre 10. Sin embargo, a tenor de los hechos que han marcado la vida de la Institución, estas encuestas podrían no estar reflejando una realidad que cae por su propio peso a pesar de la opinión del pueblo. Desde que entrara en la familia, Letizia capea temporal tras temporal convirtiéndose, como dice la popular canción que hemos repetido hasta la saciedad durante el confinamiento, en «el junco que se dobla pero siempre sigue en pie».
Desde que se oficializó su compromiso con el entonces príncipe de Asturias, en noviembre de 2003, Letizia Ortiz, que ya era conocida por ser una de las presentadoras del telediario de TVE, pasó a ser una de las mujeres más observadas. Y no solo de España, también del mundo, pues no había quien no quisiera saberlo todo de esa mujer que un día se convertiría en reina de España.
Su ropa, su peinado, sus gestos, los actos a los que acude, a los que falta, la actitud con sus hijas, con su marido, con sus suegros… Todo lo que rodea a doña Letizia es observado al detalle, analizado y, en muchas ocasiones, criticado. Lleva ya 17 años formando parte de la Casa Real, pero todavía hay quien la ve como una extraña y la señala con el dedo y eso que la Reina es de las pocas en la familia que se ha mantenido alejada de los escándalos.
En esta época en la que el emérito Juan Carlos I no deja de acaparar titulares por sus muchos escándalos, que ya están empezando a salpicar a su hijo, Felipe VI, que además tiene un cuñado en la cárcel, una hermana en el exilio y unos sobrinos que empiezan a acaparar portadas, su mujer, Letizia, es la única de la que se puede decir que no ha ensuciado con ningún desliz a la Corona.
Muchos recordarán el rifirrafe que mantuvo con su suegra hace ya dos años durante la tradicional misa de Palma, pero eso, más que un escándalo, fue un asunto personal captado por las cámaras que ambas decidieron pasar por alto al escenificar una reconciliación pública que sigue durando. Un único traspiés en su perfecto curriculum profesional del que, además, nunca se conocieron los motivos.
Fue en ese momento cuando doña Letizia hizo una declaración que la diferencia de su familia política, para ella reinar es un trabajo y los actos y viajes a los que acude, sea del tema que sean, también lo son. Si hay algo que no se puede rebatir es que la Reina es una gran profesional, lo que sumado al hecho de haberse criado lejos de los palacios y las coronas han hecho de ella una royal diferente y, sin duda, una de las más profesionales de toda la Familia Real Española.
Desgranado el análisis del pasado y presente de Letizia, no podemos evitar recordar otro momento. El día 6 de noviembre del 2003, Letizia se desmarcó de todos mandando callar al príncipe Felipe en la pedida de mano, cuando le espetó su ya famoso «déjame terminar». Después cerraría su ensayado discurso con palabras de alabanza a su suegra. Mirándose en el espejo de doña Sofía, Letizia aseguró que seguiría su «impagable ejemplo» en sus futuras labores como heredera consorte al trono. Una decisión que parece estar siguiendo a rajatabla y que, en la actualidad, cobra aún más fuerza dadas las circunstancias tan polémicas que vive la Familia Real Española.