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El impresionante pueblo con casas de piedra para perderte un fin de semana

El fin de semana es la ocasión perfecta para hacer turismo y descubrir nuevos lugares. En Palma de Mallorca se encuentra uno de los pueblos más bonitos de España, en el corazón de la Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Un pueblo medieval que no ha perdido ni un ápice de su encanto de siglos pasados y que es perfecto para disfrutar del fin de semana con la familia o los amigos.

Hablamos de Valldemossa, situado a escasos 17 kilómetros de distancia de Palma. El origen de la localidad se remonta a principios del siglo XIV. En aquel entonces, Jaime II, el primer rey del Reino de Mallorca, mandó construir un palacio para su hijo Sancho. Otro hecho  histórico que tuvo lugar en Valldemossa fue el nacimiento de Santa Catalina Thomas, única Santa mallorquina, en el año 1531.

¿Qué ver en Valldemosa?

Para aprovechar al máximo la escapada, resulta de especial interés conocer cuáles son los principales atractivos del municipio mallorquín.

La visita más importante es la Real Cartuja, situada en la plaza homónima. Un gran conjunto monumental que alberga la iglesia, una antigua farmacia y diversas colecciones artísticas. En el interior de la Real Cartuja, en la celda número 4, se encuentra el museo de Frederic Chopin. Fue el sitio donde Frederic Chopin y George Sand se alojaron en el año 1838.

También en la plaza de la Cartuja, se encuentra el Palacio del Rey Sancho. Fue construido sobre los restos de un antiguo alcázar árabe propiedad de Mussa. Cabe señalar que el nombre del pueblo surgió a partir de este señor: valle de Mussa, «Valldemossa».

Los Jardines del Rey Juan Carlos es uno de los sitios más interesantes, donde en la antigüedad estaba el patio del claustro. En los jardines hay varios bustos en conmemoración a los residentes más célebres de Valldemossa, como Rubén Darío o Santiago Rusiñol.

El principal templo religioso de la localidad es la Iglesia de Sant Bartomeu, ubicada en la plaza de Santa Catalina Thomas. Fue construida poco después de la reconquista, y en torno a ella se organizó la población de Valldemossa. El campanario neogótico se restauró a principios del siglo XX.

Y, por último, en la escapada de fin de semana al pueblo mallorquín no puede faltar la visita a la casa natal de Santa Catalina Thomas, en la calle Rectoria. Una vez vistos todos los monumentos, lo mejor es olvidarse del plano y perderse por las callejuelas empedradas.


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