Si fuera posible, el Manchester City se compraría una Champions League. O varias. Pero no lo es. Por eso el conjunto sky blue gasta su dinero en comprar todo lo necesario para conquistarla. Y emprende un camino cada año que es siempre el mismo: aplasta y aplasta a sus rivales hasta que se da de bruces con la eliminación. En definitiva, lo de caer y levantarse. Una y otra vez.
Por tanto, en Alemania ante el Leipzig, el conjunto de Guardiola no tenía que hacer nada que no hubiera hecho ya anteriormente pero aún así se le atragantó el asunto hasta el punto de no pasar del empate ante el Leipzig (1-1). Y puede que fuera, entre otras cosas, por la apatía de Erling Haaland, que fue una isla durante todo el partido.
Y es que ha hecho tanto y tan bueno el noruego en todo este tiempo que la noticia ha dejado de ser que haga un hat-trick para que sea la de que no marca goles, que atraviesa una sequía. Sequía, eso sí, entendida en el idioma del delantero nórdico que es la de haber marcado un solo gol en los últimos seis partidos pero llevar 32 dianas en 31 duelos. Una víctima más de la tiranía de los números.
Aunque no es menos cierto que el ‘9’ estuvo despistado en Leipzig. O lo pareció. Apenas tocó el balón y, cuando lo hizo, fue para empeorar la jugada. Dejó huérfano al Manchester City en el momento para el que se le había llamado este verano y demostró que hay ‘Haalandependencia’. Aún así hay tiempo. Y en la vuelta puede cobrarse sus facturas el vikingo.