Las restricciones aplicadas por Gobiernos de todo el mundo para atajar la pandemia del coronavirus han causado, con el tiempo, protestas en muchos países. Las primeras en España se desataron el 10 de mayo, en la calle de Núñez de Balboa, en el barrio de Salamanca de Madrid. Luego ha habido más, al margen de las de sectores profesionales: extrema derecha, negacionistas e incluso vandalismo. También las marchas convocadas por Vox. Todas tienen una palabra en común en sus lemas: libertad. Es una idea llamativa, que choca contra la del interés general en la lucha contra un virus, y algo exótica en el panorama político español, muy ajeno a la reivindicación a ultranza de la libertad individual, tan sentida en Estados Unidos. Pero también se ha incorporado al discurso de la oposición, que lleva meses acusando al Gobierno de aprovechar la pandemia, incluso, para instaurar un régimen autoritario. Este jueves, en el Congreso, los diputados de PP, Vox y Ciudadanos gritaban “libertad” ante la aprobación de la nueva ley de educación. En España se gritaba “libertad” en las calles en la Transición y el símbolo era la canción Libertad sin ira, de Jarcha, que llamaba a la reconciliación. Ahora se pide, con ira, libertad.
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