El lince ibérico, el rey de ‘Dehesa’

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Con cada vez más destreza y recursos, el documentalista y naturalista Joaquín Gutiérrez Acha se adentra en el mapa de la Península ibérica para descubrir al espectador su incalculable belleza. Dehesa, el bosque del lince ibérico cierra la trilogía de Guadalquivir y Cantábrico para ocuparse ahora de esa zona de la Península donde resiste una de las especies de felinos más hermosas del planeta, el lince ibérico. Un animal que hace no tanto estaba en peligro de extinción, pero cuyo censo se ha conseguido multiplicar en los últimos años. El lince ha vuelto así a su lugar de honor en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y el sur de Portugal.

El bello felino no es el único animal que respira en este documental que echa mano de los avances tecnológicos para conocer a los habitantes de la dehesa desde el aire y hasta bajo tierra. El martín pescador, un pájaro azul que se lanza al agua como una bala a por sus pequeñas presas, comparte su minuto de gloria con las nutrias, conejos, cigüeñas, buitres, lechuzas y mangostas de un documental de naturaleza que juega a los contrastes (de las peleas de ranas a las de toros o ciervos) o a la inevitable crueldad de la vida salvaje. Es ahí donde lo minúsculo y microscópico juega su mejor baza. Más allá de los escorpiones que se zampan a grillos en plena noche o de los autillos que se meriendan a los escarabajos comeárboles para garantizar así el equilibrio natural, la cámara de Gutiérrez Acha se adentra en las encinas y alcornoques para mostrar al espectador las larvas que devoran a estos árboles y que con el empujón del cambio climático ya se han convertido en una plaga letal. En definitiva, una maravilla pedagógica que no siempre funciona por culpa del texto y la voz en off que lo acompaña, cuyos ripios no están a la altura de lo que se muestra y hacen añorar la voz y el fuste de un Félix Rodríguez de la Fuente. Aun así, se trata de un documental que debería ser obligatorio al menos para los colegios.


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