A medida que Aduriz iba marcando goles y cumpliendo años, el runrún sobre quién recogería su testigo ganaba peso en San Mamés hasta convertirse en temor. Nada que no se haya vivido en otras ocasiones cuando se aproximaba la retirada de grandes mitos. Las dos últimas temporadas han servido como una prueba de fuego dado que el donostiarra, solo obligado por las leyes de la naturaleza, ha bajado su rendimiento.
Es inevitable querer buscar un sustituto. Pero nos equivocaremos si el listón mínimo para los futuros delanteros del Athletic lo colocamos en Aduriz. Pongan el nombre que quieran entre los aspirantes. Williams es el que acapara el foco porque es el que está ahora, luce el nueve en la camiseta y muchos ceros en su cuenta corriente. Para el ejemplo también me valdrían Villalibre, Kodro, Guruzeta, Urain o cualquier otro que ni siquiera haya llegado aún al Basconia. De base es un error pensar en que alguien, uno solo, tiene que hacer todos los goles que hacía el 20.
Sería injusto para los que vengan porque, por ejemplo, los predecesores de Aduriz tampoco hubieran superado esta vara de medir. En el presente siglo solo Llorente y el donostiarra han rebasado la barrera de los 20 goles en una misma campaña. Y si contamos desde las ligas de los ochenta habría que incluir a Ziganda y Guerrero. Urzaiz nunca alcanzó ese listón y es una referencia para cualquiera que juegue como punta de lanza en el Athletic.
Más allá de quién sea, siempre ha habido relevo en la delantera rojiblanca. Quizás no vaya a ser con el perfil de delantero centro rematador que ha predominado en las recientes décadas, pero habrá sustituto. A todo atacante se le piden goles, aunque también es vital que juegue y haga jugar desde su posición. Que encaje en el engranaje del resto del equipo porque al fútbol, no lo olvidemos, juegan once. Y muchas veces en este Athletic el problema no está en la definición, sino en la elaboración.
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