A falta de pocos partidos, todos los focos están puestos sobre los equipos que se juegan el título de LaLiga, pero también sobre los árbitros, qué duda cabe. Y en este sentido no ayuda demasiado a la competición, a su limpieza, que los colegiados tengan criterios opuestos en jugadas similares.
Qué decir si sucede en un mismo partido, como ocurrió en el Martínez
Valero. Dos jugadas casi calcadas, una que fue rectificada acertadamente en beneficio del Elche. Y la segunda, en el minuto final del partido, que derivó en otra jugada que casi le cuesta el partido al Atlético de Madrid.
Los futbolistas del Atlético acabaron bastante mosqueados con el colegiado Melero López y su ‘llamativo’ cambio de criterio. En la primera mitad, el choque se iba al descanso con una jugada que pudo cambiar el signo del choque.
Un disparo de Correa que tocaba en el brazo de Diego González. El colegiado pitaba penalti en primera estancia, pero tras revisar personalmente las imágenes repetidas, entendía que el balón había tocado tras dar en el costado del jugador, con lo que anulaba su decisión. Parecía lo correcto.
El problema llegó en la segunda mitad. Al final del partido. Cuando un centro al área tocaba en la mano de Trippier, que se estaba girando para evitar un pelotazo. Era calcada a la otra. Un futbolista intentando protegerse, con el brazo en posición natural y el balón que accidentalmente tocaba. Lo mismo. Pero no. Para el colegiado no lo era. Y pitaba falta ante las protestas de los colchoneros.
“Desde el dentro del campo para mí no era falta lo que ha pitado. No he visto la repetición, pero si me preguntas por mi sensación no era falta”, explicaba Llorente al acabar el partido.
La acción se sacaba y acababa con penalti de Llorente, éste inapelable. Lo que sucede es que esa segunda jugada nunca tenía que haber existido si Melero
López hubiese mantenido el mismo criterio. Fidel lanzaba la pena máxima y el palo la repelía. Por suerte para el
Atlético de Madrid.
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