Mucho revuelo ha generado en el ‘planeta MotoGP’ la noticia del final de la relación entre Emilio Alzamora y los hermanos Márquez. De hecho, fue la noticia más leída y seguida del GP de Austria del pasado fin de semana, por encima de lo que sucedió en la pista. Y es que han sido tantos años que ambas partes han ido de la mano, que desde fuera se daba la relación por indisoluble. Pero… Si Alzamora o los Márquez creen oportuno en algún momento explicarán las razones de su separación, pero en realidad estamos ante la lógica evolución de un proceso que podríamos denominar “natural”.
Para los pilotos, como probablemente cualquier otra clase de deportistas, cuando comienzan a competir su motivación, lo que les mueve, lo que les lleva a entrenar, a sacrificarse, son los resultados, ser el mejor. Buscan una satisfacción que es totalmente subjetiva.
Una vez saciada la sed de gloria, en la siguiente fase la prioridad pasa a ser el dinero y hacerse rico; la motivación da paso a la ambición. Es cuando llega la reivindicación de contratos millonarios basados en los éxitos de la primera fase.
Y así llegamos a la fase tres, que es la que más probablemente ha llevado a la disolución del trío Emilio Alzamora/ Marc y Alex Márquez. Tras haber triunfado en lo profesional y en lo económico, ¿qué queda?…El reconocimiento público.
El hecho de que la persona que a partir de ahora se encargará de “vender” la marca Marc Márquez haya estado al frente del marketing deportivo de Red Bull España da una pista de qué es lo que Marc ha buscado con este cambio. Probablemente en algún momento se preguntó cómo podía ser que después de ganar títulos uno detrás de otro, ser la referencia absoluta de su deporte, y ser de los deportistas mejor pagados del país, Marc Márquez no sea una marca universal como lo pueda ser Rafael Nadal… o como lo fue Valentino Rossi, sin ir más lejos.
Para dar ese paso adelante, Marc probablemente ha entendido que necesitaba un cambio en su gestión, abrir las ventanas y que se renovará el aire. Tiene sentido, ¿no?
Las disoluciones de “parejas perfectas” no son ninguna novedad entre los pilotos top de MotoGP. Valentino Rossi cambió de manager varias veces a lo largo de su carrera deportiva, Jorge Lorenzo, lo mismo, y hasta la granítica pareja Pedrosa/Puig se resquebrajó cuando Dani decidió que había llegado la hora de volar solo.