Una tendencia preocupante se extendió en ciertos círculos de la NBA y su entorno mediático en estos días de arranque del período de agencia libre. El motivo es el arresto por violencia doméstica de Miles Bridges, uno de los jugadores más cotizados este verano, horas antes del inicio del mercado. Entre las distintas narrativas expuestas, se pudo leer en algunos portales y especialmente en las redes sociales sobre la “mala decisión” y el “mal timing“ a la hora de golpear a su esposa y madre de sus dos hijos. “Ha perdido la bolsa”, decían algunos, en referencia al dinero que ya no ganará Bridges, aunque quizás se precipitan ante una liga que ha hecho la vista gorda en el pasado.
El caso es que es inaceptable centrar la noticia en la situación deportiva del jugador, cuando lo único a subrayar debería ser su intolerable comportamiento. La violencia doméstica, y la violencia machista en términos más generales, siempre debe ser condenada, sin importar el qué, el cómo y el cuándo. Nuestra sociedad no puede idolatrar a personas que cometen estos actos, y tampoco debería permitirse que el deportista continúe con su vida como si nada hubiera pasado. Esto todavía está por ver durante los próximos días. De momento, tras pagar una fianza de 130.000 dólares, el jugador fue liberado y el caso llegará a juicio el próximo 20 de julio.
En definitiva, resulta insultante tener que subrayar en 2022 que nunca es un buen momento para perpetrar actos violentos de ningún tipo. Tampoco el hecho de dar más relevancia a otros detalles de la noticia por encima de la violencia contra las mujeres ejercida. Es una vergüenza y es intolerable hoy en día.