El mandato de Aitor Elizegi expira el próximo viernes. Al presidente del Athletic le ha tocado vivir una coyuntura complicada a más no poder. La pandemia del coronavirus trajo consigo consecuencias fatales más allá del aspecto sanitario.
En el entorno rojiblanco se ha instalado el mantra de la dura oposición que ha tenido que soportar Elizegi durante este periodo al frente del sillón de Ibaigane. Discrepo. Lo de las redes sociales, como sucede ahora en plena campaña electoral, se queda en las redes sociales y tiene la trascendencia que cada uno quiera dar a mensajes cuya autoría se desconoce generalmente.
Uribe-Echeverría, su rival en las urnas, desapareció de escena nada más perder. De Urrutia, el anterior presidente, se ha tenido constancia de su negativa a acudir al palco y otros actos oficiales y de su costumbre a personarse en las asambleas, votar y marcharse sin seguir las exposiciones. Del sentido de su voto solo existen intuiciones, no constancias.
La prensa ha tratado mejor a Elizegi que a sus predecesores, los compromisarios rechazaron algunas propuestas a la primera pero las aprobaron después e incluso dieron luz verde a la grada de animación y los estatutos. Oposición, lo que se dice oposición, fue la que les tocó vivir en su día a Lertxundi o Lamikiz, por citar ejemplos. Las cosas como son.