El mapa de la mortalidad barrio a barrio en España revela enormes desigualdades incluso en la misma calle

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El mapa de la mortalidad barrio a barrio en España revela enormes desigualdades incluso en la misma calle | Ciencia | EL PAÍS

Una vía de tren con un muro separa el barrio sevillano de Bami, con piscinas y zonas verdes, de las Tres Mil Viviendas, uno de los barrios más pobres de España, con poco más de 5.000 euros de renta media anual por habitante. Los raíles son una auténtica frontera urbana. En Bami, el riesgo de muerte por casi todas las causas es inferior al del promedio de Sevilla. Al otro lado de la vía del tren, en las Tres Mil Viviendas, el riesgo de morir por cáncer de pulmón en los hombres es un 112% superior; por cirrosis, un 214%; por enfermedad pulmonar obstructiva crónica, un 230%; y por sida, un 590%. El atlas muestra riesgos relativos, no absolutos. Si en una ciudad se observa un promedio de 80 muertes anuales por cáncer de pulmón por cada 100.000 habitantes, un aumento del riesgo del 100% se traduciría en una tasa de 160 fallecimientos por cada 100.000.

Pablo Sánchez Villegas, investigador de la Escuela Andaluza de Salud Pública y coautor del atlas, lamenta: “Cuando decimos que la pobreza mata, no nos referimos a las imágenes de hace 30 años de los niños en Etiopía con las barrigas gordas. Hablamos de nuestras propias ciudades”.

2. El Ruedo de la M-30 (Madrid)

Más de 300 familias del poblado chabolista más antiguo de Madrid —el Pozo del Huevo (Villa de Vallecas)— fueron realojadas en 1990 en el llamado Ruedo de la M-30, un complejo de viviendas sociales junto a la carretera de circunvalación de la capital. El Ruedo todavía aparece como una isla con mayor mortalidad en los hombres por casi todas las causas: un 40% más en cáncer de pulmón, un 53% más en enfermedad pulmonar obstructiva crónica, un 84% más en cirrosis, un 194% más en sida. En las mujeres apenas hay diferencias con el promedio de Madrid. Ana Gandarillas, epidemióloga de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y coautora del atlas, explica: “En las mujeres, en general en todas las ciudades, los patrones de mortalidad son mucho más suaves, más homogéneos”.

3. El paseo de la Castellana (Madrid)

El 26% de los hombres en España fuman, frente al 19% de las mujeres, según la última Encuesta Nacional de Salud. La epidemia de tabaquismo en el siglo XX siguió un modelo clásico de difusión de las innovaciones: primero empezaron a fumar los hombres adinerados; después, los hombres de menor nivel socioeconómico; en tercer lugar, las mujeres de clases acomodadas; y, finalmente, el resto de las mujeres. Como el cáncer de pulmón tarda décadas en aparecer, lo que se ve ahora son los efectos del tabaquismo en las etapas intermedias de esa epidemia.

La epidemióloga Ana Gandarillas resume: “Cuanto más pobre sea una zona, más cáncer de pulmón en hombres. Cuanto más rica sea una zona, más cáncer de pulmón en mujeres”. Es un patrón en espejo que se observa en todas las grandes ciudades españolas. El mayor riesgo de muerte por cáncer de pulmón en las mujeres de Madrid se detecta en torno al paseo de la Castellana, una de las zonas más privilegiadas de España, con hasta 35.000 euros de renta media anual por habitante. El pico de riesgo aparece en el paseo de La Habana, con un 258% más que el promedio de la capital.

4. El Corralón (Valencia)

Dos manzanas triangulares de viviendas sociales, conocidas como El Corralón, emergen como una isla con mayor riesgo de mortalidad en torno a la calle Yecla, en Valencia. El Corralón destaca por su riesgo disparado en los hombres: un 33% más en cáncer de pulmón, un 40% en enfermedad pulmonar obstructiva crónica, un 68% en cirrosis y un 300% en sida. El lugar se ha popularizado por los videoclips del joven rapero valenciano Aloy, criado allí. Uno de sus éxitos empieza así: “Solo soy un niño barriobajero, no tengo dinero”.

El estadístico Miguel Ángel Martínez Beneito navega por el mapa de su ciudad, Valencia, mostrando una y otra vez el mismo patrón: un aumento gradual del riesgo de mortalidad desde los barrios adinerados a los más desfavorecidos, con un pico en los hombres de las zonas más pobres. El mayor exceso en cáncer de pulmón masculino, un 58% por encima del promedio, aparece en el Cabanyal, un barrio costero históricamente abandonado por las administraciones.

“Vemos que casi todas las enfermedades”, afirma Martínez Beneito, “apuntan en la misma dirección, van al unísono. A mí me ha dejado fuera de juego ver hasta qué punto domina la parte socioeconómica en los mapas de mortalidad de todas las ciudades”.

El epidemiólogo Óscar Zurriaga, de la Universidad de Valencia, critica las políticas de derribar viviendas marginales para realojar sin más a la población. “Es muy efectista de cara a la opinión pública. Luego se plantan unos arbolitos y se dice que lo que antes era una zona degradada ahora es una zona verde. Ya, pero ¿dónde está aquella gente?”, reflexiona. “Esto se ha hecho constantemente, independientemente del color político, porque no se atacan las causas. El problema es la desigualdad y, por lo tanto, hay que resolver el problema de la desigualdad. Si no, lo único que hacemos es trasladar el problema de un sitio a otro”, afirma Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología.

5. L’Eixample (Barcelona)

El cáncer de mama, el tumor más frecuente en mujeres en España, es otra de las escasas causas de muerte que suelen presentar un patrón inverso: el mayor riesgo aparece en los barrios adinerados. “Es como ver el negativo de la foto de la privación socioeconómica”, explica Maica Rodríguez, epidemióloga de la Agencia de Salud Pública de Barcelona y coautora del atlas. El fenómeno se observa en El Eixample, uno de los distritos con mayor renta media de la capital catalana. En algunas de sus secciones censales, el riesgo de morir por cáncer de mama es un 78% superior al del promedio de la ciudad.

La relación entre el nivel socioeconómico y estos tumores se sigue investigando, aunque se apuntan factores de riesgo como el tabaquismo, ciertos anticonceptivos orales, algunas terapias hormonales durante la menopausia y el hecho de tener el primer embarazo después de los 30 años de edad.

6. San Blas (Madrid)

La epidemióloga Ana Gandarillas camina por la avenida de la Institución Libre de Enseñanza, a la altura del número 125. Una abuela habla desde su ventana con su nieta, en la calle, sobre cuándo le tocará vacunarse contra la covid. La avenida es una de las fronteras urbanas que separan dos mundos en Madrid. La sección censal que observa Gandarillas —con torres de viviendas de 12 pisos pertenecientes al distrito de San Blas— presenta un mayor riesgo de muerte en hombres de hasta el 56% por cáncer de pulmón, del 139% por cirrosis y del 408% por sida. El riesgo de fallecimiento por diabetes en mujeres está un 41% por encima del promedio de Madrid. En el otro lado de la avenida, ya en el distrito de Ciudad Lineal, todos los riesgos son muy inferiores a los del conjunto de la ciudad.

San Blas fue arrasado por la heroína y el desempleo en la década de 1980, pero la zona se ha transformado desde entonces: donde se ubicó el poblado chabolista de Los Focos, uno de los mayores de España, hoy está el centro comercial Las Rosas, inaugurado en 1998. El atlas de mortalidad, sin embargo, sigue mostrando San Blas como una llamativa excepción en el este de Madrid. “Las desigualdades son un fenómeno muy persistente”, reflexiona Gandarillas.

“Cuando hay una mejora socioeconómica que afecta a toda la población, como el boom económico que tuvimos a partir del año 2000, a veces ocurre que la ganancia en salud no es igual en todos los niveles. Mejoran todos, pero mejoran más los más ricos, con lo cual la desigualdad puede incluso aumentar”, advierte la epidemióloga. Es una paradoja detectada en muchos otros países: los barrios progresan con los años, pero la desigualdad en salud sigue creciendo. El nuevo atlas de mortalidad constata que los barrios con mayor mortalidad en 1996 seguían siendo los barrios con mayor mortalidad 20 años después.

7. Bilbao La Vieja (Bilbao)

Hace más de una década, científicos de Londres mostraron que, si se recorría la histórica línea de metro Jubilee hacia el este, la esperanza de vida en los barrios caía más de un año cada dos paradas. El Departamento de Salud del Gobierno vasco repitió el experimento en el metro de Bilbao en 2015. Sus datos revelaron que la esperanza de vida se disparaba desde el empobrecido centro de la ciudad hacia el exterior, aumentando cinco años en mujeres y casi 10 años en hombres desde el barrio de Bilbao La Vieja hasta la parada de Algorta, en Getxo, uno de los municipios más ricos de España, con 20.150 euros de renta media anual por habitante. El nuevo atlas constata ese patrón de mortalidad en el centro bilbaíno y en dos de los barrios con las rentas más bajas de la ciudad: Iturrigorri-Peñascal y Uretamendi.

“La esperanza de vida va por barrios”, lamenta Elena Aldasoro, epidemióloga del Departamento de Salud del Gobierno vasco y coautora del atlas. La investigadora insiste en una idea: “No todas las personas tenemos el mismo control sobre nuestras vidas como para hacerlas más saludables”. Factores como el estrés de no llegar a fin de mes y la falta de educación en salud hacen que los ciudadanos fumen más, beban más alcohol o consuman más comida ultraprocesada y bebidas azucaradas. “No hay que culpabilizar a las personas, sino a su situación”, recalca Aldasoro.

8. Villaverde (Madrid)

La zona de Madrid con mayor riesgo de muerte por cáncer de pulmón en hombres —con un 123% por encima del promedio— está en Villaverde, a lo largo de la autovía de Toledo, donde estuvo abierta hasta 2012 la fábrica siderúrgica de ArcelorMittal, un punto negro de contaminación en la ciudad.

Los autores del atlas advierten de que no hay que vincular a la ligera instalaciones industriales concretas con la mayor mortalidad observada en su entorno. En esa sección censal de Villaverde, por ejemplo, el exceso de cáncer de pulmón en las mujeres —un 27% más que en el conjunto de la capital— no destaca tanto como el de los hombres.

9. Palma-Palmilla (Málaga)

La diabetes es una de las causas de muerte más asociadas a la privación socioeconómica en las mujeres. En Palma-Palmilla —uno de los barrios más pobres de España, con 6.800 euros de renta media anual por habitante— el riesgo de las mujeres de morir por diabetes es hasta un 54% mayor que en el promedio de Málaga. El equipo de la Escuela Andaluza de Salud Pública también ha detectado en las mujeres un mayor riesgo de muerte por demencia, por cardiopatías, por enfermedades cerebrovasculares y por cirrosis en los barrios más desfavorecidos de las ocho capitales de Andalucía.

10. El Raval (Barcelona)

“En los años ochenta, las desigualdades que había entre los barrios de Barcelona eran muy salvajes”, recuerda la epidemióloga Maica Rodríguez. Las muertes por sida o sobredosis se concentraron entonces en barrios céntricos muy degradados, como el Raval, y en el norte de la ciudad, en Nou Barris, el distrito en el que se instalaron como pudieron las familias obreras que llegaron a Barcelona a mediados del siglo XX.

Rodríguez, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, es optimista. Sus indicadores señalan que la ciudad ha mejorado. La Ley de Barrios, un programa de regeneración urbana puesto en marcha en 2004 por la Generalitat de Cataluña con fondos europeos, redujo las enormes desigualdades en salud en el Raval, Nou Barris y otros lugares. El equipo de la epidemióloga ha estudiado además otro fenómeno paralelo: la llegada al centro histórico de jóvenes inmigrantes desde el año 2000. “En el Raval hay un 50% de población extranjera. Hemos observado que ese recambio de población ha hecho mejorar la salud del barrio, por lo menos a nivel de mortalidad”, señala Rodríguez. El atlas, no obstante, sigue mostrando el Raval como una mancha de mayor mortalidad, con algunas secciones censales con aumentos del riesgo del 42% en cáncer de pulmón, del 147% en cirrosis y del 950% en sida, en el caso de los hombres, y del 95% en diabetes en las mujeres.

La comisión sobre determinantes sociales de la salud de la Organización Mundial de la Salud lanzó en 2008 un informe con recomendaciones para alcanzar la equidad sanitaria en una sola generación. Una de sus principales directrices era “luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos”. El nuevo atlas de mortalidad en España muestra como nunca los efectos letales de esa desigualdad. Ahora es el turno de los políticos.

El Congreso de los Diputados ya aprobó el 22 de septiembre de 2011, con el voto de la inmensa mayoría de los diputados, la Ley General de Salud Pública, una normativa impulsada por el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero que establecía que todas las políticas incluirían objetivos de reducción de las desigualdades sociales en salud. Dos meses después, el Partido Popular de Mariano Rajoy ganó las elecciones generales con mayoría absoluta y la ley nunca se desarrolló. La norma ha “permanecido olvidada durante demasiados años en un cajón”, resumió en junio de 2020 el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Dos expertos en salud pública —Joan Benach, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Carles Muntaner, de la Universidad de Toronto (Canadá)— aseguraron en 2005 que “la peor epidemia de nuestro tiempo es la desigualdad social”. En su libro Aprender a mirar la salud, los dos autores recordaban con sorna que los informes sobre desigualdades sociales suelen acabar como la Biblia: siendo poco leídos, muy citados y con unas recomendaciones que nunca se ponen en práctica.

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