El mariscal Jalifa Hafter se presenta a las elecciones presidenciales de Libia


El mariscal Jalifa Hafter, de 78 años, el hombre que controla todo el este y buena parte del sur de Libia, ha anunciado este martes que concurrirá a las presidenciales cuya primera vuelta está prevista para el próximo 24 de diciembre. Hafter había renunciado temporalmente a su rango de mariscal, tal como exige la ley electoral, y se daba por descontado que podía concurrir. Finalmente, se presentó ante las cámaras de un canal local de televisión y, ataviado con traje de civil, señaló. “Declaro mi candidatura a la elección presidencial, no porque yo persiga el poder, sino para conducir a nuestro pueblo hacia la gloria, el progreso y la prosperidad”.

Hafter ha tachado siempre a sus oponentes de “terroristas islamistas”. Y, a su vez, es considerado un criminal de guerra entre muchos de los habitantes del oeste del país, sobre todo en las ciudades de Trípoli y Misrata. Esas ciudades están gobernadas oficialmente por el Gobierno de Unidad, pero en realidad el poder está en manos de varias milicias enfrentadas entre ellas. Hafter creyó que las divisiones internas en el oeste podrían hacer posible que conquistase Trípoli en una acción rápida. Comenzó a asediar la capital el 4 de abril de 2019 y tres semanas después anunció que su “Ejército de Liberación Nacional” tomaba el control formal del Gobierno. Hafter contaba con la ayuda inestimable de mercenarios rusos y con el desencanto de muchos ciudadanos del este, hastiados de la corrupción y la violencia de las milicias. Pero nunca pudo controlar el Gobierno.

Cuando el mariscal llegó a las afueras de Trípoli las milicias del este se unieron contra él y además consiguieron la ayuda logística de Turquía, que también aportó mercenarios para combatir a las fuerzas de Hafter. El mariscal gozaba del apoyo de países como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Rusia y Francia, que lo veían como el único hombre capaz de instaurar el orden en el país. Sin embargo, al cabo de 14 meses de asedio infructuoso, con más de mil víctimas mortales y varios miles de desplazados, Hafter tuvo que replegarse hacia el este. Su imagen quedó muy debilitada, tanto en el exterior como en el interior del país.

Ahora todo es incierto, vago y nebuloso en Libia. No se sabe si realmente se podrá celebrar la primera vuelta de las presidenciales y legislativas el 24 de diciembre, tal como pretende la comunidad internacional, ya que hay quienes prefieren postergar la fecha. Tampoco se sabe si los mercenarios que hay en Libia abandonarán el país. En octubre de 2020 las partes enfrentadas, del este y oeste, firmaron un alto el fuego ante la ONU por el que se comprometían a que salieran los combatientes extranjeros en un plazo de 90 días. Pero siete meses después de expirado el plazo, miles de mercenarios continúan sobre el terreno.

Hafter presentó su candidatura dos días después de que también lo hiciera Saif el Islam, el hijo favorito del dictador Muamar el Gadafi. El vástago predilecto del dictador fue apresado en 2011 por una milicia de la ciudad de Zintan. La milicia lo mantuvo preso durante seis años y no quiso entregarlo a un tribunal de Trípoli que lo había condenado a muerte. Saif el Islam Gadafi, de 49 años, pretende buscar votos en los nostálgicos del régimen de su padre. Y ahí competirá con el mariscal Hafter.

Lo que no está nada claro es en qué condiciones se celebrarán las presidenciales y legislativas. Si es que llegan a celebrarse el 24 de diciembre. Quedan preguntas importantes por resolver: ¿Qué candidato de Trípoli o Misrata se atreverá a hacer campaña en Bengazi, el feudo de Hafter? ¿Se atreverá Hafter, también, a pronunciar un discurso en la misma ciudad que asedió durante 14 meses? ¿Se atreverá también, Saif al Islam Gadafi a pisar Trípoli, a pesar de que continúa vigente contra él una orden de búsqueda y captura del Tribunal Internacional de la Haya, por crímenes contra la humanidad, y otra orden emitida por el fiscal general de Libia, basado en la capital? Y en medio de esta incertidumbre, ¿qué peso tendrán las llamadas al boicot de las elecciones?

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