Una protesta sindical a favor de la reforma de las vacaciones, este jueves.Mario Jasso
Cosa rara en la polarizada política mexicana, todos los partidos estaban de acuerdo en algo: la necesidad de duplicar los días de vacaciones, después de medio siglo sin cambios. Sin embargo, la tramitación de la reforma a la Ley Federal del Trabajo ha sido todo menos tranquila. Los 35 días que pasaron entre su aprobación en el Senado y la votación de este jueves en la Cámara de Diputados han estado llenos de cabildeo por parte de los empresarios y de giros inesperados. El derecho a 12 días continuos de descanso fue el centro de un tira y afloja. La eliminación de esta prerrogativa durante su discusión en comisiones, una victoria para los empresarios, desembocó en un conflicto dentro de Morena que por poco no hace descarrilar una reforma que parecía inevitable.
El dictamen aprobado por unanimidad en la Cámara de Senadores el pasado 3 de noviembre ampliaba las vacaciones de seis a 12 días desde el primer año de trabajo y obligaba a que se tomaran de manera continua. Rápidamente, los empresarios se movilizaron para tratar de suavizar algunos de los cambios de cara a su votación en la Cámara de Diputados. Fuentes allegadas a la negociación comentan que el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la principal asociación patronal que preside Francisco Cervantes, llevó el liderazgo y que en el Palacio de San Lázaro fueron más “receptivos” a las preocupaciones de la iniciativa privada que en el Senado.
El líder de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), José Abugaber, afirma que en un inicio la votación en el Senado tomó por sorpresa al gremio, pero tras la impresión inicial buscaron espacios de debate con los diputados para modificar el dictamen. “Nosotros hicimos una labor legislativa muy fuerte para ser escuchados y eso sensibilizó [a los legisladores]”, dice en entrevista con este periódico. De acuerdo con el análisis de esta organización, el impacto económico del incremento de las vacaciones era de entre un 2% y 3% sobre el costo de la nómina anual de las empresas.
A mediados de noviembre, cuando parecía que la Cámara de Diputados iba a votar la reforma tal y como había sido enviada por el Senado, el poderoso coordinador de Morena, Ignacio Mier, pidió una “revisión” para atender algunas demandas del sector privado. El presidente de la Comisión de Trabajo, el morenista Manuel Baldenebro, empezó entonces a cocinar una modificación con ayuda de los técnicos de la cámara. El diputado reconoce que en las últimas semanas habló con “todas” las principales organizaciones empresariales, algo que considera natural dado su trabajo como legislador, aunque descarta que hubiera presión. “Mi número de teléfono es público”, señala en entrevista. “No hay presión. Estamos acostumbrados a esto”.
El lunes, un día antes de la reunión de la Comisión, Baldenebro compartió con sus compañeros la propuesta: seis días serían continuos y la distribución del resto se tendría que negociar entre el empleado y el patrón. Justificó el cambio por el impacto que los 12 días continuos podía tener sobre las pequeñas y medianas empresas, incapaces de sustituir los trabajadores que se fueran dos semanas de vacaciones. La propuesta tomó por sorpresa a otros morenistas. “No puedo tocar a la puerta de 500 diputados”, se defiende. Pese a ser secretaria de la comisión, la abogada laboralista Susana Prieto asegura que no fue consultada.
El sector empresarial saboreó ese triunfo momentáneo. “Está bien que los legisladores hayan escuchado parte de las inquietudes de la industria, que 12 días seguidos representaba un problema productivo muy fuerte, tanto para el trabajador como para la empresa, porque la verdad, a mí algunos trabajadores me dicen qué voy a hacer con 12 días”, señalaba Abugaber a este periódico, antes de que el guion tomara otro giro inesperado.
La discusión en la Comisión de Trabajo fue tensa. Prieto acusó a Baldenebro, quien estaba sentado a su lado, de mostrar “una ignorancia total de las relaciones obrero patronales”. “Van a obligar al trabajador a que vaya al patrón a pedirle los días. Si le pide que se los dé en julio porque se gradúa su hijo, el patrón se podría negar diciendo ‘en la ley pone que tenemos que estar de acuerdo’. Aquí quien manda es el patrón”, cargó duramente. A pesar de las críticas, solo dos diputadas de Morena y otra del PRD se opusieron a la minuta. Dos representantes de Movimiento Ciudadano se abstuvieron. El resto, incluyendo 11 morenistas, votó a favor.
Pero el enfrentamiento no se quedó allí. Después de la reunión, Prieto fue a hablar con el coordinador Mier para expresar su indignación y le avisó que presentaría una reserva para volver a los 12 días continuos aprobados por el Senado. La diputada afirmó a este periódico que esperaba conseguir el apoyo de más compañeros de partido para tumbar el dictamen de la Comisión de Trabajo. “Hay división en Morena, porque no somos borregos. Somos seres pensantes”, señaló a este periódico. La oposición de los morenistas críticos obtuvo el respaldo de sus compañeros del Senado. El senador Ricardo Monreal advirtió que no aceptarían “regresiones” respecto a lo votado en la Cámara alta.
Horas antes de la votación en la Cámara de Diputados, el sector empresarial vio cómo la eliminación de los 12 días continuos se le escapaba la de las manos. Prieto y Baldenebro enterraron el hacha de guerra y anunciaron que se había llegado a un acuerdo. Los 12 días volvían a ser continuos, como se planteó en el Senado, pero el trabajador tendría la flexibilidad de decidir si los quería así o si prefería dividirlos, sin necesidad de negociar con el patrón. Emocionada, Prieto subió el jueves a la tribuna para celebrarlo: “Si no me hubiera aferrado, habríamos cometido un gran error para la clase trabajadora”.
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