Ensayo y error; probar una alternativa y ver si funciona. Así se obtienen soluciones para la vida real, y también en el fútbol. Ojalá haya funcionado lo que ayer probó Marce en el Ciutat. El jueves no valen fallos.
Ha llegado el momento. La suerte está echada, que dijo aquél tras mojarle los bajos al caballo en el Rubicón. No hay vuelta atrás.
La vacuna está lista y empaquetada. Los toros esperan en corrales y ya se oyen los timbales y las trompetas. Ayer, el Athletic hizo sus últimas verificaciones, desconozco el resultado.
Los rojiblancos ultimaron detalles en el Ciutat de Valencia. Se acabaron las probaturas. Lo del jueves ya será una ‘final’ disfrazada de semis. Solo quedará uno. Detrás, un regalo impensable, disputar en abril dos finales de verdad, dos ‘copazos’ de un trago. Hacer historia. Será difícil asimilar tantas emociones y tan concentradas, con La Cartuja convertida ya en una segunda casa.
Me gusta el estilo de Marcelino, sin quejas ni disculpas, lejos de tantos llorones de sala de prensa. “Estamos sembrando una mentalidad (…), un caldo de cultivo para ser un equipo competitivo y ganador”, que San Mamés le escuche.
Cada partido, como una final, de aquí hasta que acabe la temporada. Acostumbrarse a ganar, ese debe ser el objetivo. Por lo menos, intentarlo.
Que no tenemos estrellas, ni pichichis, ni extranjeros rutilantes, ni vendedores de camisetas, ni ferraris, ya lo sabemos. Lo que queremos tener es “peleas” como Raúl, gente ambiciosa como Marce, tipos que dan todo lo que tienen como De Marcos o Yuri, jabatos al estilo Iñigo o Yeray. El resto es cuento.
Con ambición, unidad, camaradería y pelea se han ganado muchas finales. En el resto de los asuntos futbolísticos, no somos mancos. Cuestión de prueba y ensayo. De error en error hasta hallar la solución. A probar.
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