“No tengo ningún motivo por el que desvelar mi identidad de buena gana, aunque siempre podemos poner un cero más en el cheque; mejor que nunca se me plantee esta posibilidad”, aseguraba no hace ni un año Carmen Mola, pseudónimo tras el que, desde 2018, se ha parapetado uno de los últimos grandes fenómenos editoriales en España: su trilogía sobre la inspectora Elena Blanco ha superado los 400.000 ejemplares vendidos. Pues esos ceros han llegado hoy en Barcelona con el millón de euros de la nueva dotación del premio Planeta: tras Mola están los escritores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, que, con La bestia, duro thriller histórico sobre un asesino en serie en el Madrid en plena epidemia de cólera de 1834, han obtenido la 70ª edición del galardón, que se está celebrando en el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Montjuïc. En la misma gala, una autora de la casa, Paloma Sánchez-Garnica, ha estrenado también la bolsa de 200.000 euros para el finalista con Últimos días en Berlín, novela histórica sobre una familia atrapada entre la Revolución Rusa y el ascenso del nazismo.
Si el sorprendente anuncio el jueves del incremento de 601.000 euros al millón durante la rueda de prensa previa a la concesión fue un golpe de efecto notable, la concesión a Carmen Mola no le va a la zaga. Y no solo en lo popular. También lo es visto desde las entrañas del sector editorial porque Mola es uno de los grandes nombres de Alfaguara, sello bajo el paraguas de Penguin Random House Grupo Editorial (PRHGE), el gran rival del Grupo Planeta en la edición en castellano, y que apostó fuerte en 2018 por una primera novela de una desconocida Mola: La novia gitana.
La utilización de la cuantía del premio para picar al triunvirato que se escondía tras ese nombre de pluma es la misma estrategia ya utilizada por Planeta con el ganador de 2019, Javier Cercas, uno de los autores insignia de PRHGE, que ganó con Terra Alta. En esa edición, el envite llegó hasta el finalista, Manuel Vilas (Alegría), autor que había revitalizado Alfaguara.
En otra excepcional vuelta de tuerca, uno de los tres componentes de Morla, Mercero, comparte agencia literaria con su propio personaje, la pequeña agencia Hanska, creada en 2017 por la polaca Justina Rzewuska, que llegó a trabajar como directora del departamento de derechos extranjeros de PRHGE. Se da la circunstancia de que otra autora representada por Hanska, que cuenta con un pequeño catálogo de apenas 25 escritores, habría obtenido, hace apenas un mes, otro de los galardones emblemáticos del Grupo Planeta, el 26º Fernando Lara de novela: Alaitz Leceaga (Hasta donde termina el mar).
Las pesquisas de un periodista, un policía y una jovencita para hallar al culpable de una oleada de asesinatos salvajes de niñas de clases humildes en 1834 es el hilo argumental de La bestia. Sigue pues la violencia extrema sin límites, bordeando la truculencia, de los tres títulos que hasta la fecha han conformado la obra de Mola a partir de la inspectora Elena Blanco, que arrancó con un éxito inopinado con La novia gitana (2018) y que ha seguido con La red púrpura (2019) y La nena (2020). La cuarta entrega, Las madres, está previsto que aparezca en marzo, aún en Alfaguara.
El bagaje como guionistas
El elevado ritmo de producción de Mola (supuestamente hasta la fecha, una profesora nacida en Madrid en 1973) se entiende ahora al conocerse que son obras escritas a seis manos por profesionales de la escritura, que frecuentan el thriller y los tres con un notable bagaje como guionistas, perfil cada vez más codiciado por las editoriales ante la eclosión de las series televisivas, que se nutren mayormente de libros. Así, Mercero (Madrid, 1969), hijo del famoso realizador homónimo, es autor de cuatro novelas: El final del hombre, La cuarta muerte, La vida desatenta y El caso de las japonesas muertas, todas en Alfaguara. Díaz (Alicante, 1962), es autor de Los números del elefante, La justicia de los errantes y Tengo en mí todos los sueños del mundo, entre otras. Martínez (Lorca, 1975), el tercer Mola, era también hasta ahora autor exclusivamente de PRHGE con su Monteperdido (2015, adaptada a la televisión) y La mala hierba (2017). “Hace cuatro años, tras coincidir en un guion, tuvimos una idea que parecía una locura: escribir una historia juntos y ahora estamos en el premio que todos los que escribimos soñamos”, ha asegurado Mercero, mientras Díaz ha garantizado los “momentos macabros en una ciudad asfixiante como hemos vivido nosotros con la pandemia” y Martínez ha dedicado el galardón a “nuestras madres y a nuestros padres, los tres fallecido en este caso”. Por supuesto, es la primera vez que el Planeta recae en un obra de autoría coral y en la que tras el pseudónimo bajo el que se presentaban había… otro pseudónimo.
A pesar de quedar parcialmente eclipsada por el descubrimiento de los nombres tras la que se bautizó como la “Elena Ferrante de las letras españolas” (por su anonimato y su éxito como la supuesta escritora italiana), la finalista, Sánchez-Garnica (Madrid, 1962), es una curtida autora de la casa. En ella ha publicado sus siete novelas anteriores, en una carrera que arrancó con El gran arcano (2006) y que ha tenido sus dos hitos hasta ahora en La sonata del silencio (de 2014, adaptada por TVE) y Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido, que ganó el Fernando Lara en 2016. Un joven español que huye junto a su familia del Moscú revolucionario y que acaba aterrizando en el Berlín que ve nacer el nazismo es el particular friso histórico que propone la autora en Últimos días en Berlín. “Es un homenaje a Pasternak y su doctor Zhivago” y, a la vez, “una denuncia de los totalitarismos y el daño que hacen a los seres humanos”, ha resumido.
Donde no ha habido sorpresas en esta agitada edición del Planeta ha sido en el ritual sociopolítico de la cena literaria, este año con solo 600 invitados a la que, como es habitual cuando se trata de una edición redonda, han asistido los Reyes de España, lo que ha generado un espectacular sistema de seguridad, con hasta cuatro controles policiales y un inusual parlamento del presidente del Grupo Planeta, Josep Creuheras, que ha recordado a los miembros de la familia Lara y ha solicitado un “plan de ayuda” para las librerías, para acabar pidiendo, “rompiendo el protocolo”, un aplauso para los monarcas, “dos personas con un gran compromiso en hacer un mundo mejor”. Los 600 asistentes, puestos en pie, le obedecieron.
También ha sido clásica la ausencia del presidente de la Generalitat, institución que, desde que arrancara el procés, para mostrar sus desavenencias con la Casa Real y con el propio Grupo Editorial (que trasladó su sede social a Madrid), ha delegado en su consejera de Cultura, Natàlia Garriga. Junto a los ministros Miquel Iceta (Cultura) y Pilar Alegría (Educación), en la mesa presidencial estaba también la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que ha ido haciendo equilibrios protocolarios para mantener una posición equidistante ante la figura del Rey.
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