A los agentes de la Sección Aérea del Departamento de Seguridad Pública de Utah les habían encargado la labor de sobrevolar en helicóptero una zona agreste. Tenían que colaborar en el recuento de ejemplares de borregos cimarrones, una especie presente en la región sureste del Estado. Pero el miércoles pasado, ya en plena faena, un miembro del equipo vislumbró desde el aire algo bien distinto a esos animales entre las rocas rojas del desierto.
Una forma extraña emergía entre las rocas. “Uno de los biólogos la vio y volamos directamente hacia ella”, ha señalado el piloto del helicóptero, Bret Hutchings, a una cadena de televisión afiliada a la CNN. “Espera, espera, date la vuelta”, le dijo el científico a Hutchings. “Hay una cosa allá atrás, ¡tenemos que ir a verla!”.
Cuando se aproximaron, la sorpresa del biólogo se extendió al resto del equipo. En un hueco entre las rocas vieron un monolito de metal brillante, de entre tres y tres metros de altura según un cálculo aproximado del piloto. No parecía haber caído desde el cielo, sino estar firme y verticalmente plantado en el suelo rojizo. “Nos pusimos a bromear: si alguno de nosotros desaparece, el resto saldremos pitando”, se dijeron.
A sus cabezas vino la imagen del monolito negro, protagonista silencioso y enigmático de la película de ciencia ficción 2001: una odisea espacial.El objeto que al principio del filme de Kubrick descubren unos homínidos en la sabana africana, y tras el que aprenden a usar los huesos como arma. El que vuelve a aparecer después, cuando han transcurrido miles de años, redescubierto por la humanidad en la cara oculta de la Luna. El que, más tarde, se aprecia orbitando Júpiter y ante los pies de la cama de un astronauta moribundo. A diferencia del cinematográfico, este monolito tiene un aspecto metálico que contrasta por su brillo con el entorno polvoriento donde fue instalada.
“Nos pusimos a pensar si sería una cosa plantada aquí por la NASA o algo así”, ha comentado el piloto, aunque pronto, según su testimonio, comentaron si no se trataría más bien una instalación artística. “Me supongo que se trata más bien de algún tipo de artista new age o, bueno, alguien muy fan [de 2001]”, ha apuntado.
Los miembros de la tripulación no han precisado la ubicación exacta del monolito por temor a que los aventureros se animen a visitarlo; la zona, han apuntado a la KSL, es remota y los excursionistas y curiosos pueden quedar atrapados en ella.
Según recoge el diario The Guardian, algunas personas que han visto en medios la imagen del monolito la relacionan con la obra del artista minimalista John McCracken, fallecido en 2011 y que estuvo afincado en Nuevo México y Nueva York. El diario británico ha contactado con su galerista, pero no ha recibido contestación.
“Esta ha debido de ser la cosa más rara con la que me he topado en todos mis años de vuelo”, ha apuntado el piloto. Cerca, los borregos cimarrones, una especie acostumbrada a la escasez de recursos y las duras condiciones del desierto, no parecen haber desarrollado ninguna nueva destreza.
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