Hace un siglo las bases navales españolas estaban inermes ante la potencia de fuego de los acorazados. De ahí que en 1926 se decidiera defenderlas con sus mismas armas navales: 18 cañones Vickers-Armstrong, fabricados en Inglaterra y emplazados en el litoral aledaño a Menorca, Ferrol y Cartagena. Qué mejor escenario para una nueva versión de la película Los cañones de Navarone (Richard Fleischer, 1961) que estos colosos de 381 milímetros de diámetro interior, los de mayor calibre artillados en España, dispuestos por parejas y hoy fuera de servicio. Fue tal su poder disuasorio que nunca entraron en combate. Rodeados de naturaleza, siguen disfrutando de unas posiciones dominantes que despiden el aire de misterio y melancolía propio de la arqueología industrial.
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Vista de la fortaleza de La Mola (Menorca). John Greim getty images
Entre túneles y chilleras
La Mola, Mahón (Menorca)
El único Vickers visitable por el interior mantiene sus mejores condiciones en la fortaleza menorquina de La Mola (de 1852), estratégica para quien deseara controlar el Mediterráneo occidental, y en la que destaca su arquitectura defensiva, sea el hornabeque o la sala aspillerada. Junto a la punta de S’Esperó —el primer lugar desde donde se observa la salida del sol en España— se excavó el acantilado para albergar estos dos monsters guns a los que se accede a pie en 15 minutos o en vehículos eléctricos: carritos de golf o patinetes (estos últimos prestarán servicio a partir del mes de mayo). Las visitas guiadas al cañón, operativo desde 1936, está previsto que comiencen en mayo (es mejor confirmarlo con anticipación), varios días por semana; el precio está incluido en la entrada (8 euros). Hasta entonces se puede contratar un guía privado por 90 euros (dos personas).
Las cuatro plantas subterráneas se abren como un libro ante los atónitos ojos del curioso, en especial los mecanismos (ascensor, sala de máquinas…) por los que se trasladaban desde las chilleras (cajones de almacenaje) los proyectiles de 885 kilos y los 200 kilos de carga de proyección. La Mola está declarada zona Zepa (protección de aves) y LIC (lugar de interés comunitario).
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La batería de Castillitos, en el cabo Tiñoso (Region de Murcia). getty images
Baterías tematizadas
Castillitos y Las Cenizas, Cartagena (Región de Murcia)
Las dos baterías son gemelas, se hallan a ocho kilómetros de Cartagena, a ambos costados de su base naval, y se distinguen por su sorprendente decoración: Las Cenizas (1934), con emplumadas serpientes mayas en el portón; en Castillitos (1931) domina la inspiración historicista, con su apariencia de fortificación medieval torreada y almenada, como de cuento. La de Castillitos es un descubrimiento deslumbrador por los horizontes abiertos que otorga el cabo Tiñoso, joya del sur peninsular. Para ver Las Cenizas hay que alcanzar los 305 metros de altitud por la pista de tres kilómetros que nace del punto kilométrico 2,1 de la RM-314; el aparcamiento está a 280 metros de la verja. Entre el verdor de los pinos, la tranquilidad se apodera de los senderistas en este parque regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila. Tanto la suave pendiente (apta para familias) como las curvas de amplio radio revelan que por esta carretera de piedra machacada se trasladaron los tubos de las piezas artilleras, de 86 toneladas cada uno, sobre raíles desmontables y un locomóvil como fuerza tractora.
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Atardecer en el monte de San Pedro. ÁLVARO ARRIBI
Parque con estrella
Monte de San Pedro, A Coruña
Esta montaña alojó una de las tres baterías que recortaban sus bélicas siluetas intimidatorias sobre el golfo Ártabro, es decir, entre las islas Sisargas y el cabo Prior. Pan comido por la capacidad de los Vickers a la hora de alcanzar blancos a 35 kilómetros de distancia. Estos dispararon por primera vez en 1933 y hoy se ven rodeados por el parque con las mejores vistas de la ciudad de A Coruña. Para ascender a la cima presta servicio un ascensor acristalado (3 euros por trayecto). Tras un paseo se llega a los cañones de alto tonelaje, donde las familias se retratan sin parar, la mayoría cabalgando sus tubos de 17 metros. Muchos aprovechan para degustar las recetas de Luis Veira, bien en su restaurante Árbore da Veira, con estrella Michelin (menús degustación de 55, 65 y 80 euros; maridajes por 50 o 60 euros), bien en su Taberna 5 Mares (Estrada Os Fortes, s/n).
Futuro centro cultural
Paloma Alta, Tarifa (Cádiz)
La amenaza de una invasión británica durante la II Guerra Mundial fue razón suficiente para traer estos tres Vickers de Menorca y Ferrol y colocarlos en la cara sur de la sierra gaditana de San Bartolomé. Hoy es una zona militar abandonada a la que la Asociación Conde de Gazola, con el patrocinio de la Junta de Andalucía, tiene previsto dar una nueva vida no solo para restaurar los cañones, sino también para servir de centro de estudios sobre las migraciones —la batería se halla cerca de una importante buitrera— y donde poder documentarse sobre el parque natural del Estrecho.
Para llegar, hay que tomar la pista que arranca en el kilómetro 73,4 de la N-340 y aparcar unos 200 metros antes de llegar a la entrada de la batería. Los dos primeros Vickers apenas se distinguen entre los pinos y algarrobos plantados para su camuflaje, por lo que lo mejor es ir directo al tercer cañón, tras girar a la izquierda en el edificio con doble escalera. Y, sí, los proyectiles eran capaces de bloquear el Estrecho, incluso de alcanzar Gibraltar. Para redondear la excursión, es una gran idea reservar mesa en el cercano restaurante El Tesoro (606 37 78 71), cuando reabra el próximo mes de marzo; este lugar marida como pocos sus imponentes vistas con atún y cabrito al horno.
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