Mucho se ha hablado y escrito sobre este Mundial de Qatar que arranca hoy. No todo se ha limitado, limita y limitará al ámbito estrictamente futbolístico. Ni puede ni debe ser de otra manera.
Lo de ‘Poderoso caballero es don Dinero’ se ha hecho más evidente que nunca. Este campeonato del mundo no hay por dónde cogerlo. Ni en forma ni en fondo.
“La elección de Qatar fue un error. Asumo mi responsabilidad, yo era el presidente de la FIFA en aquel momento”, ha admitido hace unos días el propio Blatter, incidiendo, eso sí, en que el país en el que se tenía que haber disputado este campeonato del mundo era EE.UU. Sin comentarios.
El fútbol era hasta no hace mucho tiempo un deporte popular. Posiblemente lo siga siendo a estas alturas de partido, pero ahora el aficionado de a pie ha quedado relegado a un segundo segundísimo plano. Los jugadores, entrenadores y demás profesionales, también.
Todo se soluciona, eso sí, con dinero. Mucho para los protagonistas directos del evento y muchísimo más para los indirectos. Los derechos humanos, en el sentido más amplio de la expresión, cuentan más bien nada en esta cita de Qatar. Pese a todo, la mayoría de los actores principales de la misma acabarán ‘enqantardos’.