Hace un año la temporada de las ”urracas” era un auténtico desastre. El equipo estaba inmerso en plazas de descenso y parecía muy complicado salvar la categoría. Los aficionados empezaban a asumir la posibilidad de volver a la Championship. Sin embargo, todo iba a cambiar con la compra del club de Mohammed bin Salmán, el nuevo propietario. El príncipe de Arabia Saudita tiene dinero para aburrir y estaba dispuesto a cambiar la historia reciente del Newcastle.
El primer objetivo era acertar en el mercado de invierno para salvar la categoría y en verano poder aumentar las pretensiones. La compra de jugadores como Trippier o Bruno Guimarães ayudaron a cambiar el rumbo y el objetivo se consiguió con relativa facilidad.
En verano se esperaba una inversión multimillonaria que llegó a medias. El club se reforzó con futbolistas de nivel medio-alto en las posiciones que pidió Eddie Howe, el míster. Llegaron jugadores como Pope, Isak y Botman. Una mezcla de veteranía y juventud. El City ya marcó hace años el camino a seguir para pasar de media tabla a dominar la Premier. Y en esas está ahora el Newcastle. Lo fundamental es ir asentando bases sólidas para potenciar las fortalezas y saber lidiar con las debilidades.
La mayoría de los equipos se empiezan a construir por la defensa. Poner el cerrojo atrás da seguridad a la parcela defensiva y también a la ofensiva. Es todo positivo. El nuevo rico de la liga ha recibido 10 goles en contra (el que menos de la competición) y ha anotado 20. Es decir, por cada gol que encaja es capaz de marcar dos. Así es más sencillo conseguir buenos resultados. No es casualidad que tan solo haya perdido un encuentro, que fue en Anfield (2-1) y en el descuento. O gana o empata, pero casi nunca cae derrotado.
Nick Pope, que llegó del Burnley en verano se ha convertido en el guardián perfecto. Transmite seguridad por arriba, es decisivo en los uno contra uno y gana partidos bajo palos. Un buen portero da fiabilidad y confianza a los defensas que saben que si fallan van a ser salvados. Sven Botman, en su primer año en la Premier League ya se ha convertido en el jefe de la defensa. Expeditivo en los duelos y bueno en salida de balón ha elevado la jerarquía defensiva del equipo. En el centro del campo, Bruno Guimarães es el rey absoluto, hace y deshace. Él tiene el poder de decidir lo que toca en cada momento, acelerar o pausar, correr o descansar. Es el termómetro, la extensión del entrenador en el terreno de juego. En ataque, Saint Maximin está llamado a ser el regateador y Alexander Isak el goleador, pero ante las lesiones de ambos se están reivindicando Miguel Almirón, que ya suma 6 goles y Callum Wilson con 4. Especial mención al papel del paraguayo que en 110 partidos en Premier llevaba nueve goles y ahora en 12 jornadas de la presente temporada lleva seis. Unas cifras que están ayudando a que el equipo esté arriba.
Sin duda, el cuarto puesto en la clasificación a estas alturas es anecdótico, pero no deja de ser un indicativo de que se están haciendo bien las cosas. Además, hay que tener en cuenta que los ‘geordies’ no tienen la distracción europea de sus rivales y se pueden centrar única y exclusivamente en instalarse en la élite. El proyecto busca dar un golpe sobre la mesa y entrar en Europa la temporada que viene es el objetivo. La victoria en casa del Tottenham (1-2) fue un aviso a navegantes: El Newcastle ya está aquí.