Con veinte años recién cumplidos y un estreno fulgurante en la liga italiana, que lo ha convertido en una de las grandes promesas del fútbol europeo, el delantero danés Rasmus Højlund está lejos sin embargo todavía de ser una estrella en su país, de donde salió sin haber dejado huella hace trece meses.
Højlund ha conquistado el fútbol italiano en apenas medio año. Comprado el pasado verano por el Atalanta del Sturm Graz por 17 millones de euros, ya es titular fijo desde hace unas semanas y la media docena de goles marcados, así como su potencia y su velocidad, han disparado las expectativas y generado incluso comparaciones con figuras como el delantero noruego del Manchester City, Erling Haaland, mientras abundan las especulaciones sobre posibles ofertas millonarias de los grandes clubes del continente.
La explosión del joven Højlund (Copenhague, 1983) ha sorprendido aún más en Dinamarca, donde pocos esperaban una evolución tan rápida en un jugador que destacó en categorías inferiores pero que tuvo un paso breve y no demasiado brillante por la liga danesa.
Højlund llegó al Copenhague, el equipo que ha dominado el fútbol danés en las últimas décadas, a los 15 años, procedente del modesto Hørsholm Usserød. Pronto despuntó en las categorías inferiores y, a los 17 años, en octubre de 2020, debutó en liga.
Las lesiones en la delantera le permitieron gozar de minutos saliendo desde el banquillo. Dos meses después, le renovaron hasta 2023 y, el verano siguiente, le dieron ya ficha del primer equipo.
Poco a poco se fue asentando como jugador de rotación, pero solo en la Conference League dejó detalles de su capacidad goleadora, con cinco tantos en diez partidos, entre fase previa y liguilla de grupos.
Su fichaje por el Sturm Graz austríaco en enero de 2022, por unos dos millones de euros, no generó demasiada atención, si acaso algún comentario de sorpresa en medios daneses por el interés de un club extranjero en un jugador que en diecinueve partidos en liga, la mayoría como suplente, no había marcado un solo gol.
De ahí que su buen rendimiento en el fútbol austríaco y, sobre todo ahora, en el Atalanta, haya asombrado a más de uno, incluso a quienes lo conocen mejor.
“Ha sido un viaje increíble. Quizás esté un poco sorprendido de lo rápido que le ha ido”, confesó recientemente Elias Jelert, lateral del Copenhague y amigo suyo desde que coincidieron en las categorías inferiores del equipo. Palabras similares a las de otro de sus compañeros en la cantera de los “leones” daneses, el mediocentro William Clem, que resalta que Højlund, pese a tenerlo “todo”, no pudo triunfar en su país de origen.
“Me parece que nunca le dieron una oportunidad real. Solo estuvo seis meses de forma permanente en el primer equipo”, lamentaba recientemente su padre, Anders Højlund, criticando que únicamente disponía de diez o quince minutos en la parte final de los partidos.
El padre de Højlund, que hizo carrera en clubes modestos daneses como delantero, apuntaba también a otro factor: el estilo de juego. El fútbol más combinativo de su club de origen tampoco beneficiaba a un atacante que destaca por su poderío físico y su explosividad, virtudes que se han reforzado con el juego más directo por el que apuestan el Sturm Graz y el Atalanta.
El propio Højlund no ha ocultado tampoco cierto resquemor por lo que considera falta de oportunidades en el equipo en el que se formó.
“Está muy bien poder demostrar que, en ocho meses, he pasado de ser un jugador en el que no confiaban al cien por cien a estar con los mejores jugadores daneses de la historia y formar parte del grupo”, declaraba el pasado septiembre, cuando debutó con la selección absoluta de su país.
Que Højlund aún no sea una estrella en su país tiene que ver también con su escasa presencia en el equipo nacional. Fue convocado para los dos últimos partidos de la Liga de Naciones de la UEFA contra Croacia y Francia, en los que sumó una hora entre los dos saliendo desde el banquillo, aunque sin marcar.
Pero no entró en la lista para el Mundial, a pesar de que ninguno de los delanteros daneses atravesaba una buena racha. El seleccionador, Kasper Hjulmand, que jugó con su padre en el B93 danés a finales de la década de 1990, prefirió apostar por el bloque que un año atrás había llegado a semifinales en la Eurocopa.
Ahora, sin embargo, se da por descontado que su nombre estará en la próxima lista de Hjulmand para los primeros partidos de clasificación para el siguiente torneo continental, y con opciones serias de ser titular, ante la ausencia de un delantero fiable. Y sus buenos números en Italia generan ilusión en un país aún decepcionado por el mal papel de su selección en Catar, eliminada en la fase inicial.
Aunque Højlund esté muy lejos de gozar del estatus de, sobre todo, Christian Eriksen u otros referentes del fútbol danés como Pierre Emile Højberg, Thomas Delaney o el “barcelonista” Andreas Christensen, su nombre ya es un fijo en la información deportiva de los medios de su país. Y si bien la liga inglesa es la que genera tradicionalmente el mayor seguimiento en Dinamarca, sus partidos en el Atalanta son retransmitidos ahora cada fin de semana por la televisión.
La saga de los Højlund continúa además con los hermanos pequeños de Rasmus, los gemelos Emil y Oscar, ambos en el equipo juvenil del Copenhague e internacionales sub 18: el primero, otro atacante; el segundo, un centrocampista.