La recuperación de Marc Márquez va viento en popa y por lo que cuentan desde su entorno cada día es un paso adelante. Físicamente Márquez está recuperando la forma y anímicamente está a tope. Atrás han quedado aquellas dudas sobre su futuro como piloto y ahora está ciento por ciento centrado en el proceso de la vuelta a la máxima competitividad. Consciente de que para ello una parte corre de su cuenta y la otra de HRC, Marc ha decidido involucrarse también en la que le corresponde a Honda.
Y ese compromiso pasa por estar presente en el garaje del equipo en las próximas carreras. Si será en Silverstone este fin de semana o en el GP posterior en Austria, lo sabremos en los próximos días. Obviamente Marc no se subirá en la moto, pero sí participará en el proceso de evolución de la actual moto, tan decepcionante en la primera parte de la temporada.
¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ayudar a los ingenieros y técnicos sin pilotar?. Lo hará de dos formas. La primera, con su sola presencia, ejerciendo de líder, que es lo que Marc viene haciendo en el box del Team Repsol Honda desde su llegada en 2013. Ver como el que ha sido el que les ha ganado un título tras otro da un paso al frente, sin duda le dará un chute extra de motivación al equipo.
La segunda forma de contribuir será más pragmática. Pasará por seguir a través de lo que escuche y vea de técnicos y pilotos. Marc tiene muy claras en su memoria las sensaciones que tenía sobre su moto antes de pararse para someterse a la cuarta intervención en el húmero derecho. Sabe muy bien qué es lo que le gustaba de la moto y que no, y a buen seguro le habrá dicho a los ingenieros que han trabajado a todo trapo en el parón del verano qué necesita que su moto haga a nivel de chasis, motor y electrónica. Algo así como “Quiero sentir más el tren delantero en la entrada de curva”, “Necesito que la respuesta del motor entre 2.000 y 3.000 rpm sea más suave, pero algo más lleno entre 7.000 y 8000 rpm”, “Necesitamos más grip mecánico en la primera fase de aceleración”. O cosas por el estilo.
Escuchando a los demás pilotos Honda, repasando la telemetría con los técnicos y observando a pie de pista, Marc puede hacerse una idea del nuevo carácter de la Honda para la segunda parte de la temporada, que debería servir de base para la de 2023.
Pero no es menos cierto que debido a las diferencias de estilo de pilotaje entre pilotos, Márquez no podrá certificar la realidad hasta que se suba él mismo a la moto. Pero estar en primera línea, aunque sea sin poder enfundarse el mono, ayudará en el proceso de evolución.
En este sentido hay dos aspectos claramente diferenciables. Uno son las mejoras que no necesitan de Marc sobre la moto, y el otro son las subjetivas. Stefan Bradl, el piloto probador de Honda y quien pilota la moto de Márquez en su ausencia, por ejemplo puede perfectamente trabajar sobre un embrague nuevo, cuyos resultados son medibles. O puede servir para comprobar las diferencias de carga que genera un cambio en la aerodinámica, cuantificables mediante sensores. O puede ser quien vaya evaluando la evolución del sistema de altitud variable, cuya eficacia antes del parón de verano Honda estaba claramente por detrás de Aprilia o Ducati. Estas son mejoras generales, no específicas al pilotaje de uno u otro piloto.
Una última cuestión. Será interesante seguir cómo HRC va a trabajar en la evolución de su moto con dos de sus pilotos que han anunciado su marcha a otras fábricas a final de temporada. En 2023 Pol Espargaró competirá en las filas de KTM y Àlex Márquez lo hará en las de Ducati. Aunque el discurso oficial probablemente vaya a decir lo contrario, por pura lógica Honda no les informará de sus planes de futuro, por lo que para darle forma a su moto de 2023 en el box de HRC contarán básicamente con dos de sus cuatro pilotos: Takaaki Nakagami y Stefan Bradl.
Una razón más para entender la importancia de la presencia de Marc Márquez en el box del Team Repsol Honda. ¿Será ya este fin de semana en Inglaterra?