Jan Oblak, guardameta del
Atlético de Madrid
, es a día de hoy el mejor del mundo en su posición. Una referencia. El esloveno tiene fama de ser bastante tímido, reservado, un auténtico ‘hombre de hielo’. Por eso no es demasiado habitual que abra la puerta a cuestiones personales.
Sin embargo, en una reciente entrevista con ‘The Times’, el arquero desveló algunas cuestiones relativas a su infancia, a su pasado, sus referencias.
CUALIDADES PARA SER PORTERO
“Tienes que ser valiente para ser portero. No puedes tener miedo del balón, ni del delantero. a veces hay que poner las manos y la cabeza donde ellos ponen las botas. Cuando eres joven, si no tienes miedo, puedes ser portero. Luego, cuando creces ni piensas si el balón te va a dar o si te puedes lesionar, solo quieres pararlo, solo quieres quitárselo al delantero”
EL SECRETO PARA BLOCAR
“Necesitas algo de suerte pero no solo vale con el talento con el que has nacido tienes que trabajarlo. Puedes nacer con buenos reflejos pero si no los trabajas, no mejorararás”
SUS INICIOS EN EL BALONMANO Y EL TENIS
“Jugué al balonmano en la escuela y eso me ayudó a ser portero. Estoy de acuerdo también con Kasper Schmeichel en lo del tenis. Jugar al tenis me ayuda un montón ya que los movimientos del tenista y el portero en la línea son bastante parecidos”.
SU INFANCIA
“Entrenaba a todo. Tenía futbol a las cinco, balonmano a las tres y luego, baloncesto a las 8. Me encanta jugar a todo, incluso ahora. Cuando mi hermana (jugadora de baloncesto) podía venir a visitarme a Madrid solíamos salir a tirar (a canasta). Todos los deportes que hacía de niño eran con las manos y me hicieron tener las muñecas fuertes, lo que me ayudó como portero”.
SUS REFERENCIAS EN LA PORTERÍA
“Mi deporte era el fútbol. Siempre estaba mirando porteros, cuando era pequeño me encantaba Peter Schmeichel. Me gustaba Casillas, Buffon y Dida, del Milan. Prefería ver una parada que un gol”.
SU PADRE, SU ÍDOLO
“Mi padre era mi ídolo. Era portero y yo crecí en la portería. Muchas veces yo estaba detrás de su portería viendo el partido y cuando él se tiraba, yo me tiraba al mismo lado. Luego se tiraba para el otro y yo también. Quería ser como él”.
SU DESARROLLO
“Desde que era pequeño siempre era más maduro que mis amigos. Cuando tenía ocho años, jugaba con los de 12, cuando tenía trece con los de 16 y cuando tuve 16, ya estaba en el primer equipo”
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