La celeridad de LeBron hacia su misión reside en las miserias, el padecimiento de los Lakers, hechos al hábito de sufrir para sobrevivir. No hay día tranquilo ni victoria cómoda para los de púrpura y oro ni de tregua para ‘The King’, exigido al extremo en estos tan escasos Lakers. Forzado a exponer una vez más lo mejor de sí, siempre fiel a los suyos en la necesidad, respondió con 26 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias en otra agónica victoria de la franquicia angelina contra los Indiana Pacers (111-112), testigos del espíritu de estos Lakers alimentado por el orgullo de LeBron, remontando un 98-86 al inicio del último cuarto.
A ‘Bron’ le salen les cuentas para desplazar a Kareem Abdul-Jabbar la semana que viene, a tan sólo ya 63 puntos de erigirse en el máximo anotador de todos los tiempos. Pero lo preocupa más al ‘6’ que le salgan a los Lakers las de unos play-offs que no toleraría perderse de nuevo el alero, con la deshonra que supondría quedar sometido a la paradoja de romper tal grandioso récord pero no estar en la cita por el título.
Decimoterceros en el Oeste con 24-28, el mínimo de la décima plaza y última de play-in -ocupada por los decaídos Pelicans de Willy Hernangómez con 26-26-, ya no queda tan lejos. Y tan igualado está este Oeste que cualquiera llega a tiempo.
A LeBron no le ocupa en el parqué lo de Kareem Abdul-Jabbar, más bien se preocupa por el bien de los Lakers -y también el suyo-. No denota ansiedad, con su buena selección de tiro una vez más como prueba -11/19 en lanzamientos y 2/5 en triples-, y su altruismo, siempre tomando la mejor decisión para el equipo con sus movimientos, esencial en una noche en la que los Pacers tan complicado se lo pusieron a los de Darvin Ham con su zona. Interpreta cualquier papel que se le pida. Como ha hecho toda su carrera. “Traté de mantener las jugadas correctas y mantener la eficiencia en mi juego”, aseguraba ‘Bron’, autor de 9 tantos en el último cuarto.
El escolta de lujo del ‘6’ fue Anthony Davis, erigido en el máximo anotador de los Lakers el pívot con su imponente presencia en la pintura con sus 31 puntos -13/27 en tiros-, y 14 rebotes, llave maestra la ceja para abrir la zona de Indiana con su superioridad física, sus cortes desde la cabecera y su astucia para recibir balones doblados. A veces él pívot, a veces LeBron, posteando ‘The King’ y siendo quien recogía pases cerca del aro disfrazándose de ‘center’. “Lo que sea que haya que hacer, él lo hace. Y cuando tiene que ser un anotador lo es”, subrayaba Anthony Davis sobre ‘Bron’.
Entre el poderío y el protagonismo de ‘The King’ y la ‘Ceja’, sobresalió también la figura de Darvin Ham. Aparte de otorgar ese espíritu encomiable que proyectan los Lakers frente a la cierta desidia del año pasado, el técnico de Michigan sabe cambiar los partidos de la pizarra y es capaz hasta de ordenar al desordenado Westbrook. Esperpéntico el base en los tres primeros cuartos -10 puntos con un 2/13 en tiros-, ‘Russ’ dejó de un lado lo de lanzar para centrarse en repartir para acabar con 12 tantos, 10 pases de canasta y ser el suyo el mejor parcial de los de púrpura y oro en ese último parcial con un +14.
Los ajustes en defensa de Ham también ahogaron a unos Pacers que se quedaron en 14 puntos en esos últimos 12 minutos y en un 3/11 en triples tras haber machacado a los Lakers todo el partido desde el perímetro. La muestra más representativa del bloqueo de Indiana, el prodigioso Tyrese Haliburton, 26 puntos -y 12 asistencias-, pero sólo 3 en el último cuarto tras un 1/6 en lanzamientos. El conjunto californiano, 10 tantos por debajo en muchos momentos del encuentro, aplicó una mayor presión sobre el balón y utilizó a Patrick Beverley como ‘perro de presa’ para amordazar a Haliburton.
Los 20 puntos y 13 rebotes de Myles Turner y los 24 tantos de Aaron Nesmith quedaron en el anonimato mientras sumaron en los Lakers los 12 de un Dennis Schröder clave con sus penetraciones para desarticular la zona de Rick Carlisle y los 11 de Thomas Bryant. A pesar de lo ajustado del resultado, LeBron mantuvo siempre un temple apenas perturbado por una nueva airada protesta a los árbitros y el entusiasmo con el que se tiró al suelo para luchar por un balón, evocando una escena de esa NFL en la que también podría haber hecho carrera.
Le queda nada para ensalzar más la suya pero aún 63 puntos que todavía aplazaran el hito para la semana que viene. Si es que no los estampa contra los New Orleans Pelicans el sábado. Si los Lakers lo necesitan, es capaz de hacerlo. Porque LeBron, por mucho que se diga de sus 38 años, hace lo que sea y cuando sea por el equipo. Por eso será aún más grande.