El padre de un niño muerto en una patera: “Se murió en las manos de su madre. Eran todo para mí”

Sadik Mallouk ha perdido a su mujer y su hijo de cinco años en el naufragio de un patera en Barbate el pasado 14 de octubre
Sadik Mallouk ha perdido a su mujer y su hijo de cinco años en el naufragio de un patera en Barbate el pasado 14 de octubre“JUAN CARLOS TORO”

La última vez que Sadik Mallouk telefoneó desde España a su mujer Chaimae solo hablaron del curso escolar que el hijo ambos, Mohamed, estaba a punto de empezar en Fez. Ella no se atrevió a contarle que, apenas unas horas después, se iba a embarcar en una patera para cruzar el Estrecho desde Marruecos junto a su pequeño, de apenas cinco años, porque él nunca les habría dejado. “Yo viajé en 2019 y casi muero”, recuerda el marroquí de 34 años. Por eso, cuando, después de pasar días sin dar con su esposa, se enteró que ambos viajaban a bordo de la embarcación que naufragó el pasado 14 de octubre supo que “estaban muertos”. Ahora, solo le martillea una idea: “Mi hijo murió en las manos de su madre. No puedo ni pensar el dolor de ese momento, una madre a la que su hijo se le muere enfrente de ella. Eran todo para mí”.

Mallouk habla con entereza, solo se le quiebra la voz al pensar en ese preciso instante que se vivió a 37 millas al oeste del cabo de Trafalgar (Cádiz) y que, horas después, descubrió un buque mercante cuando ya era demasiado tarde. Entre los restos de la patera hundida, apenas quedaban tres supervivientes, dos hombres y una mujer. Chaimae falleció poco antes de que Salvamento Marítimo les auxiliase y después de verse obligada a dejar el cadáver de su hijo a la deriva. “Ella no quería separarse, pero los vivos le dijeron que tenía que dejarlo”, reconstruye el viudo, gracias al testimonio que uno de los auxiliados le ha proporcionado de los últimos momentos de su familia. Su mujer figura ahora entre los diez cadáveres localizados. Mohamed, en el de los 15 desaparecidos en el mar que difícilmente serán localizados. Tras seis días de búsqueda, Salvamento Marítimo suspendió el pasado martes las labores de rescate. En lo que va de año y hasta el pasado 15 de septiembre, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tiene contabilizados un total de 1.025 migrantes fallecidos o desaparecidos intentando alcanzar costas españolas, 240 en la ruta del Mediterráneo occidental y 785, en la del Atlántico.

La patera de madera en la que viajaba Chaimae y Mohamed zarpó la madrugada del martes 12 de octubre desde El Jadida, una localidad al sur de Casablanca y lejos de los puntos del norte de Marruecos desde los que suelen salir las pateras, ahora “mucho más controlados por la policía” marroquí, como denuncia Mallouk. Los 28 ocupantes, la mayoría de Fez, pagaron 3.000 euros por el pasaje a una mafia, según asegura el joven. Tras más de dos días de navegación, el motor se averió justo cuando comenzaban a vislumbrar la costa española. “Se quedaron parados toda la noche. A la una de la tarde del día siguiente [por el jueves], las olas volcaron la barca”, explica el hombre. Algunos como Chaimae y Mohamed llevaban chalecos salvavidas, aunque la mayoría no sabía nadar. Madre e hijo consiguieron sobrevivir horas en el mar, pese a que la joven, de apenas 27 años, tenía varias operaciones de nariz que le impedían aguantar la respiración. “El resto les estuvo agarrando para que no tocasen el agua. Mi hijo supongo que murió de frío en manos de su madre. Ella intentaba despertarle, pero no respondía”, explica el viudo.

Hace ya dos años y medio que Mallouk se asentó en Atxondo, un pueblo cerca de Bilbao donde la asociación Irungo Harrera Sarea le proporcionó alojamiento y trabajo como jornalero. Allí, se enteró a través de una llamada a su suegra de que su mujer se había embarcado en la patera, en la que también viajaban su cuñado y tres primos lejanos, todos entre los fallecidos y desaparecidos. “Los que los trajeron la engañaron [a la madre de su mujer] y le dijeron que habían llegado vivos a Cádiz”, explica el joven. Pero cuando el marroquí se disponía a viajar hasta Jerez —ciudad en la que vivió y le ayudó la asociación Dimbali—, supo por otros compañeros y una traductora en la zona que la patera había naufragado.

A Mallouk el suceso le ha golpeado cuando apenas le quedaban unos meses para cumplir los tres años necesarios para pedir la regularización de su residencia en España mediante la fórmula del arraigo. Él, que sufrió el terror de verse cinco días a la deriva en el mar y vivió dos días más escondido en una playa de Cádiz en abril de 2019, no quería lo mismo para su familia: “Sufrí mucho en la patera, ni imaginar para ellos eso”. Pretendía reencontrarse con su mujer e hijo justo cuando legalizase su situación en el país. Pero ahora, al hombre solo le queda centrarse en la repatriación del cadáver de su mujer para un entierro al que él no podrá acudir.

En el trámite se ha topado con diversas trabas policiales y legales que le han obligado a esperar días a recuperar el cuerpo, pese a tener confirmado que era el de su mujer. “La policía tiene que sentir el dolor de las familias que están buscando”, acierta a valorar el joven. Este sábado, está previsto que, por fin, se pueda reencontrar con ella en un tanatorio de Los Barrios, antes de dejarla marchar en un viaje de vuelta, ya fallecida, pagado con la solidaridad de Atxondo. En la espera del que quizás sea el momento más duro de su vida, Sadik Mallouk tiene claro por qué ha reunido fuerzas para narrarlo: “Espero que esto llegue a quien tenga que llegar para que esto no vuelva a pasar”.


Source link