EL PAÍS cierra este sábado un importante ciclo en su proceso de transformación para abordar los desafíos más inmediatos, tanto en su estrategia editorial como de negocio. El lanzamiento de un ambicioso diseño en internet llega un año y medio después de establecer un modelo de suscripción digital y de cambiar la tecnología sobre la que se despliega la web del periódico. Esta madrugada, EL PAÍS ha estrenado imagen, aunque en realidad se trata de una evolución mucho más sustancial y transformadora. En un mundo informativamente caótico, torrencial y tendente a formar burbujas, el diario apuesta por una mirada propia, más selectiva y ordenada, clara, donde la profundidad y lo exclusivo se conjugan con la última hora y también con el descubrimiento, con la sorpresa; un periodismo en el que la calidad es innegociable, que aspira a seguir creciendo en lectores sin sacrificar un ápice su rigor y criterio.
En los 17 meses transcurridos desde el lanzamiento del modelo de pago, 120.000 lectores se han convertido en suscriptores digitales de EL PAÍS, que se suman a los casi 35.000 de la edición impresa y a una comunidad de millones de ciudadanos que leen, ven o escuchan el diario. Con alrededor de 400 periodistas y ediciones en España, América, México y Brasil, EL PAÍS es el gran medio de referencia en español, según el Reuters Institute, además del más leído del mundo en su idioma. Desde el último rediseño, hace casi seis años, los periódicos en internet han vivido cambios acelerados. El vídeo ha madurado, el audio ha irrumpido, la infografía y los datos han estallado en su repercusión, los boletines se han convertido en los nuevos blogs, Instagram es otro lugar más donde mostrar nuestro mejor periodismo y la personalización, el big data y la inteligencia artificial empiezan a marcar un camino de futuro.
El rediseño de EL PAÍS realza algunos de esos cambios y permite prepararse para todo lo que está por llegar. El viejo paradigma de internet en el que la velocidad y la superproducción dominaban ha dado paso a un énfasis en la propia personalidad, pero aprovechando las herramientas de la Red y el conocimiento de la audiencia.
Cuando hace un año el equipo de EL PAÍS comenzó a trabajar en este proyecto, a repensar lo que debía ser el periódico en los tiempos que vivimos, quedó patente desde la primera reunión que el eje sobre el que debía pivotar todo el rediseño era el lector, sobre todo el lector fiel de EL PAÍS, con sus intereses, sus necesidades, sus aspiraciones. ¿Cómo navega por la web el lector? ¿Lo hace más por la portada, por las secciones, desde los artículos que encuentra en Google, o en las redes sociales? ¿Prefieren los lectores que les sorprendamos o necesitan una organización tradicional heredera del periódico de papel? ¿Y qué podemos aportar nosotros, como editores, como prescriptores, más allá de sus demandas? ¿Les hace falta tanta información como ofrecemos hoy o nuestra función pasa por ser más selectivos en la propuesta? ¿Cómo cuidamos a los suscriptores y convencemos a los que todavía no lo son? ¿Cómo equilibramos las distintas fuentes de ingresos para hacer sostenible el proyecto? A estas y muchas otras preguntas ha ido respondiendo durante estos meses un equipo transversal y multidisciplinar de EL PAÍS. En el camino también nos han acompañado con sus aportaciones expertos y profesionales de ámbitos relevantes de la sociedad. Y los lectores, siempre.
Cuando ustedes, los lectores, entren a EL PAÍS a través de su ordenador de mesa, de su portátil o de su teléfono, encontrarán una web que aprovecha mejor los diferentes tamaños de pantallas, donde no van a perderse, porque las secciones clásicas se mantienen. Pero, al mismo tiempo, descubrirán mucho más espacio para zonas flexibles que irán cambiando según los días, pensadas para apuestas y no tanto como cajones fijos. También verán antes la opinión del diario, la de sus columnistas y la de sus analistas. Y conocerán un poco mejor a los periodistas que firman las noticias, con su imagen y pequeñas biografías. Verán texto, pero cada vez van a encontrar más audio, vídeo de calidad, menos fotografía, pero más relevante, y muchas narrativas visuales que combinan todo en beneficio de las historias. “Se trata de un diseño continuista en lo visual, pero estructuralmente nuevo. Más fácil de navegar, limpio, sencillo, con la idea de que el lector se siga sintiendo en casa. El contenido es el protagonista, y no los alardes visuales”, asegura Fernando Hernández, director de Arte digital de EL PAÍS. La tipografía del periódico también evoluciona sobre la actual Majerit, más estilizada y pensada para una mejor lectura en pantallas.
En este proceso de rediseño no solo estrenamos imagen, sino que se ha hecho un profundo trabajo técnico para mejorar la velocidad de la página. El lanzamiento se completará en las próximas semanas con nuevas aplicaciones para Apple y Android, y desde EL PAÍS recogeremos las opiniones de los lectores de cara a seguir con las mejoras en la experiencia de usuario.
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