La senadora panista Kenia López Rabadán sostiene un cartel con la frase “Estado fallido, México de luto”, durante una sesión en el Senado, en marzo de 2022.Cuartoscuro
“La candidata soy yo”. Así anunció la senadora Kenia López Rabadán que va a contender por la candidatura del conservador Partido Acción Nacional (PAN) al Gobierno de Ciudad de México. Mientras que la carrera por la presidencia acapara la mayoría de los reflectores con miras a las elecciones de 2024, varios panistas se concentran, en cambio, en gobernar la ciudad hispanohablante más grande del mundo, a pesar de que la megalópolis nunca ha tenido un Gobierno de derecha. Frente a una desventaja de al menos dos dígitos en el grueso de las encuestas por la presidencia, varias figuras de la formación más votada de la oposición entienden que quizás la mejor apuesta sea desafiar la hegemonía de la izquierda en la capital mexicana, que ha sido liderada por administraciones progresistas en los últimos 25 años de forma ininterrumpida.
Apenas la semana pasada, López Rabadán había sido nombrada en la polémica lista de posibles aspirantes de la oposición que presentó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de prensa diaria. La senadora se suma a por lo menos otros tres aspirantes panistas que suenan como contendientes en los últimos días: Xóchitl Gálvez, su compañera en el Senado; Lía Limón, alcaldesa de Álvaro Obregón, y Santiago Taboada, mandatario de Benito Juárez, el bastión del PAN en la capital. “No vamos a perder la oportunidad que hoy tenemos de sacar a Morena de Ciudad de México”, ha dicho Taboada en una de varias apariciones que ha tenido en medios esta semana sobre el partido de López Obrador y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
A esa lista hay que agregar a Sandra Cuevas, la polémica alcadesa de Cuauhtémoc, en pleno centro de la capital. Cuevas lanzó una cruzada para borrar los rótulos y letreros de los puestos callejeros bajo el argumento de “imponer el orden y la disciplina”. Paradójicamente, en los últimos días ha tapizado su alcaldía con inmensos carteles de propaganda en edificios, mantas colgadas en las calles y pedacitos de plástico con su foto colgados de los postes de luz. Con un inesperado triunfo en las elecciones locales de 2021, Cuevas, sin embargo, pretende alzarse como un símbolo de que la izquierda no es invencible en Ciudad de México.
En gran medida, el cálculo político de muchos panistas se nutre precisamente de las últimas votaciones que hubo en la capital, en las que estuvieron en liza las 16 alcaldías que componen la capital y la renovación del Congreso local. En 2021 también estaban en juego 15 Gobiernos estatales y 500 diputados federales. Morena se llevó 11 gubernaturas y fue la fuerza más votada en el Legislativo, pero perdió la mayoría absoluta en la Cámara baja. Uno de los resultados más sorpresivos fue el mapa electoral de Ciudad de México, que se partió prácticamente en dos: una mitad para el partido del presidente y la otra para la alianza opositora Va por México del PAN, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Esa alianza opositora está prácticamente “muerta”, en palabras de los propios socios de la coalición, aunque el certificado de defunción no se ha hecho oficial. Con todo, el PAN sueña con un escenario en el que pueda prescindir del PRI y tantear si necesita echar mano de las bases territoriales del PRD para armar una candidatura competitiva en Ciudad de México, donde también se concentra un cúmulo de votantes decepcionados o en contra de la gestión de Morena al frente del país y la ciudad. Una encuesta publicada por el periódico El Financiero en agosto pasado señala, por ejemplo, que solo el 37% de los capitalinos encuestados votaría por Sheinbaum si fuera la candidata a la presidencia, pero el 54% dijo que no lo haría.
El reto del PAN va más allá de la aritmética y aún no ha construido un proyecto político claro para capitalizar ese descontento, pese a los destapes y los bosquejos de su estrategia electoral. Es el mismo desafío que enfrenta en la carrera por la presidencia. Morena entendió que ya no podía permitirse perder territorios presupuestados en un inicio como victorias prácticamente seguras y ha aceitado su maquinaria electoral durante meses, con un proceso interno ambicioso para consolidar su estructura como partido y su alcance territorial.
En el partido gobernante se perfila a varios aspirantes emanados del equipo de Sheinbaum ―el secretario de Gobierno Martí Batres, el jefe de la Policía Omar García Harfuch y la fiscal Ernestina Godoy, entre otros―, pero ninguno ha anunciado públicamente sus aspiraciones. El PRI tiene la mira dividida entre las elecciones del próximo año en Coahuila y el Estado de México, las presidenciales y la crisis interna que arrastra desde hace meses.
“Voy a seguir trabajando por Ciudad de México porque voy a ser candidata a la Jefatura de Gobierno y vamos a ganar la elección”, señaló López Rabadán como una declaración de intenciones, en la que enlistó la inseguridad y la corrupción como los principales problemas de la ciudad. Mismo caso de Taboada y de la senadora Gálvez, que declaró sus intenciones desde hace cuatro meses: “Voy a ser jefa de Gobierno de Ciudad de México”. De no hacerse con la candidatura, Gálvez dijo que se sumaría a un “proyecto ganador”, aunque reconoció que hay mucho trabajo por delante: “Antes que nada hay que ver qué le proponemos a la ciudadanía”.
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