El Parlamento de Israel da el primer paso para convocar las cuartas elecciones en menos de dos años


Medio año después de su constitución para hacer frente a la pandemia, el Gobierno de unidad de Israel se halla al borde del coma inducido. La ruptura entre el primer ministro, el conservador Benjamín Netanyahu, y su aliado y ministro de Defensa, el centrista Benny Gantz, amenaza con escenificarse este miércoles en la Kneset (Parlamento) en una votación para disolver la Cámara y convocar elecciones en marzo de 2021. Serían las cuartas en menos de dos años.

Gantz compareció el martes por la noche en televisión para responsabilizar al jefe del Ejecutivo de las consecuencias del adelanto electoral en plena pandemia si no desbloquea la aprobación de los presupuestos, paralizados en 2020 y sin proyecto aún para el año que viene. El líder centrista anunció que él y sus partidarios de la formación Azul y Blanco votarán a favor de la disolución de la Kneset.

“Todo lo que está sucediendo se debe a que Netanyahu miente al público y solo piensa en salvarse de sus casos judiciales”, recalcó. El ministro de Defensa ha decidido crear una comisión de investigación en su departamento sobre el cobro de comisiones ilegales en la operación de compra de varios submarinos alemanes, en las que están involucrados colaboradores cercanos del primer ministro.

El líder de la oposición —el también centrista Yair Lapid, quien se negó a pactar con Netanyahu en mayo— ha presentado una propuesta de ley de disolución de la Kneset, un mecanismo constitucional al que ya se recurrió en 2019 para poner fin a la primera legislatura de la serie de elecciones con resultados no concluyentes en el Estado judío.

Casi todos los partidos de oposición respaldan la moción. Gantz y sus partidarios se enfrentan ahora al dilema de salvar la coalición en el último momento, si se produce una respuesta favorable del partido Likud del jefe del Gobierno, o bendecir el adelanto de los comicios para el mes de marzo.

Para convencer al exgeneral Gantz de la sinceridad de sus últimas declaraciones públicas en favor de la unidad en el Gobierno “para contener el coronavirus, obtener las vacunas y ayudar económicamente a la población”, Netanyahu solo tiene que dar luz verde conjuntamente a los presupuestos para 2020 y 2021. El primer ministro se reserva la bala de plata de la aprobación de las cuentas del Estado para controlar el proceso electoral en función de sus intereses personales.

El mes que viene está previsto que afronte el inicio formal de su juicio por corrupción, tras haber sido procesado por soborno, fraude y abuso de poder. Al líder del Likud le conviene aplazar el llamamiento a las urnas hasta que una vacunación efectiva y la recuperación de la economía hayan devuelto una cierta normalidad al país. De acuerdo con la legislación israelí, si el próximo mes de marzo no hay presupuestos, la convocatoria electoral se produciría de forma automática en junio.

A pesar del dramatismo de las últimas horas, tanto Netanyahu como Gantz aún pueden accionar el freno de emergencia antes de asomarse al abismo de las cuartas elecciones legislativas convocadas desde abril de 2019. Al primer ministro siempre le queda la opción de tramitar los presupuestos: para los de este año, tiene de plazo hasta el día 23.

El titular de Defensa y antiguo jefe de las Fuerzas Armadas también puede votar a favor de la disolución y seguir negociando una salida, ya que el reglamento parlamentario obliga a someter la ley de disolución a otras tres votaciones. “El voto de este miércoles es solo un paso preliminar, pero puede fijar un curso casi irreversible hacia unas elecciones adelantadas en marzo”, señala Barak David, veterano corresponsal político.

Los sondeos electorales son desfavorables para ambos líderes, en especial para el centrista Gantz, mientras reflejan el auge en las urnas de la extrema derecha del exministro Naftali Bennett, dispuesto a recoger el voto de descontento de los colonos de los asentamientos después de que Netanyahu renunciara a la anexión parcial de Cisjordania a cambio de los acuerdos de normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos y Baréin.

El centrista Lapid cuenta en principio con el apoyo de los diputados laboristas, incluidos dos ministros, y de la izquierda pacifista para sacar adelante la ley de disolución de la Kneset, así como con el respaldo de los conservadores laicos liderados por el exministro Avigdor Lieberman. En el grupo de diputados de la Lista Conjunta árabe, sin embargo, ha surgido la figura del disidente Mansur Abbas, quien tras entrevistarse con Netanyahu se ha negado a confirmar si votará por la disolución, dejando en el aire la consecución de una mayoría absoluta de 61 escaños en el Parlamento.

Sondeos favorables, pese a la pandemia

“Es muy temprano para evaluar seriamente las posibilidades futuras. Los últimos sondeos están condicionados por situaciones del momento que difícilmente lleguen a concretarse cuando los votantes tengan que elegir la papeleta en la urna”, argumenta el analista político Daniel Kupervaser. Desgastado tras casi 15 años en el poder e inculpado en tres casos de corrupción, Benjamín Netanyahu, el primer ministro que más tiempo lleva en el cargo en Israel, dio la campanada en marzo al ganar las legislativas al frente del bloque conservador, pero no alcanzó la mayoría suficiente para gobernar. Benny Gantz, el general que dirigió la guerra de Gaza en 2014, acabó tirando la toalla al no poder conformar una mayoría alternativa y aceptó pactar con Netanyahu para turnarse al frente del Gobierno a partir de noviembre de 2021. El ultimátum que ahora le lanza apunta a que ya no se producirá esa alternancia.

“La caída de Netanyahu se debe básicamente a la imagen de su fracaso en la gestión de la pandemia, a la inversa que Bennett. Por el momento. hay mucho malestar interno en la Lista Conjunta”, concluye su análisis Kupervaser. “Si no hay impedimento legal contra Netanyahu, él tiene las mayores posibilidades de ser reelegido, según las encuestas de intención de voto. Ante todo busca evitar por todos los medio la rotación en el cargo con Gantz a finales de 2021”.

Israel ha vuelto a sumirse en la incertidumbre política mientras repuntan los casos de contagio por la covid-19 tras la reapertura de centros comerciales y la reincorporación progresiva a las clases. Los responsables del Ministerio de Sanidad ya han alertado de que un tercer confinamiento nacional será inevitable si sigue aumentando la tasa de positivos en las pruebas de detención.


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