El partido de Le Pen consigue grupo propio al alcanzar su mejor resultado en unas legislativas

El partido de Le Pen consigue grupo propio al alcanzar su mejor resultado en unas legislativas

Ha sacado menos diputados que el macronismo o que la alianza de izquierdas NUPES, pero la líder de extrema derecha Marine Le Pen celebró este domingo como un auténtico triunfo los resultados de la segunda vuelta de las legislativas en Francia, que le han dado a su partido, Reagrupamiento Nacional (RN), 89 escaños, según datos oficiales con el 100% de los votos escrutados. No es para menos: la formación ultra podrá formar grupo parlamentario propio —para lo que se requieren al menos 15 diputados— por primera vez en tres décadas. Se convierte además en la tercera fuerza de la Asamblea Nacional, en un hemiciclo en el que hasta ahora tenía una presencia marginal de ocho diputados. Sus resultados superan todas las previsiones de los institutos demoscópicos, que le vaticinaban una horquilla de entre 25 y 50 escaños.

Hasta ahora, pese a su constante progresión de votos, RN era un partido que no conseguía tocar de verdad el poder institucional, ni nacional, regional o local, donde solo dirige un puñado de ciudades, en su mayoría de pequeño tamaño. Los resultados de este domingo, no obstante, podrían indicar un cambio en ese escenario.

“Encarnaremos una oposición firme, responsable, respetuosa con las instituciones”, prometió Le Pen este domingo desde su feudo de Hénin Beaummont, en el norte del país, donde revalidó su escaño. Según la líder de RN, con estos resultados su formación cumple sus objetivos: “Hacer de Emmanuel Macron un presidente minoritario, continuar la recomposición política indispensable y constituir un grupo determinante ante los responsables de la deconstrucción desde arriba, los macronistas, y desde abajo, la extrema izquierda” de NUPES.

El presidente interino de RN, Jordan Bardella, también celebró lo que denominó “un tsunami” electoral. “Seremos la verdadera fuerza de oposición”, dijo en referencia a que la NUPES tiene en muchos temas clave posiciones diferenciadas que podrían dividir su alianza en el hemiciclo.

En sus casi cinco décadas de existencia, el partido de extrema derecha solo había logrado una vez, entre 1986 y 1988, tener un grupo parlamentario propio, tras obtener 32 escaños. En aquel entonces, el partido todavía se llamaba Frente Nacional y lo dirigía el padre de Marine Le Pen, Jean-Marie. Pero, sobre todo, regía aún el sistema proporcional y no el actual, mayoritario a dos vueltas, que ha permitido de forma consistente frenar a los candidatos extremos activando el frente republicano o cordón sanitario contra la ultraderecha. Hasta ahora.

Los resultados de las elecciones legislativas suponen un impulso contundente a una Marine Le Pen a la que, tras la debacle de las legislativas de 2017, muchos habían declarado políticamente muerta. Pese a que también llegó a la final de las presidenciales, el entonces todavía Frente Nacional (Le Pen cambió el nombre tras la debacle legislativa), apenas logró ocho diputados. Una cifra pírrica en vista de la fuerza de su voto (más de 10 millones de franceses habían votado unas semanas antes para que Le Pen fuera presidenta; en las últimas presidenciales de abril, recibió hasta 13,2 millones de sufragios, el 41,45% de los votos).

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La volvieron a declarar cadáver político este otoño, cuando le salió un rival por el flanco de la derecha: el más ultra aún Éric Zemmour, un controvertido tertuliano que pretendía hacerse con el espacio de la derecha y la ultraderecha de Francia. Su duro discurso marcó buena parte de la agenda de muchos candidatos presidenciales y parecía que su partido, Reconquista, acabaría fagocitando a RN. Importantes figuras del partido de Le Pen, entre ellas su sobrina y antaño delfín, Marion Maréchal, se pasaron a las filas zemmouristas.

Pero medio año más tarde, el paisaje ha vuelto a cambiar drásticamente. Zemmour quedó cuarto —y eliminado— en las presidenciales. Sus llamamientos para unir fuerzas con RN en las legislativas fueron ignorados por Le Pen y, finalmente, ningún candidato de Reconquista, ni siquiera Zemmour, logró clasificarse para la segunda vuelta.

Para el politólogo Vincent Martigny, lo sucedido hasta ahora con RN suponía una “anomalía democrática” apenas corregida con los resultados sorpresa de este domingo: que haya obtenido el 42% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales y, aun así, no sea la segunda fuerza parlamentaria, haya quedado por detrás de NUPES, con apenas unos diputados más que partidos como el conservador Los Republicanos (LR), que quedó quinto en las presidenciales. “No puede ser. No se puede luchar contra la crisis de representación con un sistema” que permite esas diferencias, había dicho en vísperas de las legislativas.

Una anomalía que, por ahora, trasciende todavía las fronteras del hemiciclo parlamentario. Porque el RN de Marine Le Pen sigue teniendo un problema central: su músculo electoral no se transforma realmente en poder institucional. Solo gobierna en una ciudad de más de 100.000 habitantes, Perpiñán. El año pasado, fracasó en su intento de hacerse, por fin, con el poder en al menos una región. Y el único senador que tenía, Stéphane Ravier, se pasó a las filas de Zemmour a comienzos de año.

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