El presidente de Argentina, Alberto Fernández, y su vice, Cristina Fernández, abren el periodo de sesiones del Congreso el 1 de marzo de 2021.DPA vía Europa Press (Europa Press)
El peronismo que gobierna en Argentina ha perdido el control del Senado. No fue en elecciones, sino por peleas internas. Cuatro legisladores comunicaron este miércoles a la vicepresidenta y titular de la Cámara Alta, Cristina Kirchner, que desde el 1 de marzo, cuando arranca la nueva legislatura, integrarán un bloque separado. Lo llamarán Unidad Federal y no responderá a los mandatos de la Casa Rosada. La fractura es un golpe para Kirchner, que deberá negociar con integrantes de su propio partido para la aprobación de normas clave. Y también para el peronismo en general, que pierde la primera minoría en manos de la oposición de Juntos por el Cambio.
El Senado es territorio de Kirchner. Distanciada del presidente, Alberto Fernández, hizo de la Cámara Alta su refugio político. Allí están representadas las 23 provincias argentinas y la ciudad de Buenos Aires, a razón de tres senadores por cada jurisdicción. Los legisladores responden a los intereses de los gobernadores, que no siempre coinciden con los del gobierno nacional, aunque sean del mismo partido. Como este año hay elecciones generales, las lealtades políticas suelen perder cemento. Esta ha sido el caso.
Kirchner controló los hilos del Senado con mano de hierro desde la llegada a la vicepresidencia en 2019, pero las peleas internas que devastan a la Casa Rosada finalmente se trasladaron al Congreso. A media tarde, la vicepresidenta hizo pública la carta de ruptura del senador por Jujuy (norte) Guillermo Snopek, con duras acusaciones contra el presidente, Alberto Fernández. Fue un intento por desmontar los titulares de la prensa que consideraron el nuevo bloque una afrenta política a la vicepresidenta. “Motiva mi decisión la distancia cada vez mayor que siento respecto al rumbo de gestión del presidente de la Nación, Alberto Fernández, alejado -a mi humilde entender-de las prioridades que nuestro pueblo demanda”, escribió Snopeck”.
En el comunicado conjunto, sin embargo, el tono fue más moderado. Tenemos, escribieron, “la necesidad de construir una alternativa dentro del senado de la Nación que responda a las necesidades de nuestros territorios y que representen a los ciudadanos que nos eligieron por el voto popular”. La tensión entre el centralismo del Gobierno de Buenos Aires y las provincias es una constante en la política argentina.
El peronismo que responde sin fisuras a la Casa Rosada y al kirchnerismo tendrá ahora 31 senadores, seis menos de los 37 que necesita para tener el quorum necesario para tratar temas sin la presencia opositora en el recinto. A partir del 1 de marzo, Kirchner deberá negociar con el nuevo bloque el voto de cada proyecto. No será una tarea fácil: 2023 es un año electoral y cada gobernador jugará su carta con un ojo puesto en su territorio. Los líderes regionales suelen incluso desdoblar el calendario electoral cuando las expectativas del candidato nacional no son buenas, como es el caso.
La crisis económica y la fractura entre Fernández y Kirchner son una loza electoral para el Gobierno. La semana pasada, el Frente de Todos mantuvo una reunión por primera vez en un año para elaborar una estrategia conjunta que termine en la elección de un candidato de consenso. En la carrera están el propio Fernández y dirigentes que responden a Kirchner. La expresidenta se bajó voluntariamente de la carrera tras la condena a seis años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos que recibió por corrupción en diciembre pasado. La sentencia aún debe pasar por la Corte Suprema para quedar firme.
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