Wendell Scott nunca vio ondear la bandera a cuadros después de su primera y única victoria en la NASCAR. En ese momento, las carreras de coches llamados ‘stock’ no tenían mucha repercusión mediática aparte de las que se celebraban en Daytona. La importancia de la victoria de Scott en el Speedway Park de Jacksonville, Florida, tercera carrera de la temporada 1963-64, tardó años en cobrar importancia. Pero supuso un hito.
Scott corría para ganar. Lo de ser afroamericano era circunstancial para él, pero no para el ‘establishment’ blanco que dirigía la NASCAR y creía que si el público veía a la chica blanca que entregaba el trofeo besar a un negro en el podio, se alzarían las protestas.
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Veterano de guerra y contrabandista
Wendell Scott (29/08/1921) nació en Danville, Virginia, (última capital de los Estados Confederados del Sur en 1865) en una casa rodeada de campos de algodón y fábricas manufactureras. Scott juró que nunca haría ese trabajo que había esclavizado a generaciones enteras de familias afroamericanas.
Aprendió mecánica de su padre, conductor y mecánico de dos familias blancas ricas. Abandonó la escuela secundaria, hizo de taxista y sirvió de mecánico en la Segunda Guerra Mundial. Volvió, se casó, montó un taller de reparaciones pero la desconfianza hacia un afroamericano y siete bocas que alimentar, hicieron que tuviese que buscarse otro trabajo que le diera algo más de dinero.
Conocedor de las carreteras rurales secundarias y caminos polvorientos de los condados de Pittsylvania y Caswell (Carolina del Norte) de noche hacía de transportista de whiskey ilegal. Cuando los organizadores del circuito de carreras Dixie necesitaron un piloto negro a principios de la década de los 50 para lavar su imagen e intentar demostrar que no era un deporte exclusivo para blancos, preguntaron a la policía si conocían alguno. “Wendell Scott es el mejor” les dijeron.
Un puesto en la parrilla
En 1951, comenzó a competir con sus propios coches en el circuito Dixie, la categoría más baja, principalmente en pistas de tierra en Virginia y Carolina del Norte. Ganó 128 carreras. Se hizo un nombre tanto por su habilidad para conducir como por su destreza en tunear los coches. En 1959 ganó el título del año tras vencer en 22 carreras.
A pesar de su éxito y creciente popularidad, la NASCAR obstinadamente se negó a aceptar sus peticiones de participación.
Scott siguió compitiendo hasta 1959 en el campeonato regional llevándose docenas de victorias. Poco después, el 4 de marzo de 1961, hizo su debut en la Grand National Series en Spartanburg, Carolina del Sur. En un Chevrolet que compró al piloto Buck Baker, ganó $50 por terminar en el puesto 17. A los 39 años, finalmente estaba recibiendo su oportunidad largamente denegada de competir con los mejores conductores. Logró la mayor cantidad de puntos para un debutante. Scott nunca tuvo el beneficio de un patrocinio significativo. Si ya era difícil para los conductores blancos encontrar un patrocinador, era imposible para un hombre negro.
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Las 202 vueltas de la discordia
Jacksonville no era un evento habitual de la NASCAR en el Grand National Series. Se tenían que dar 200 vueltas al circuito. Fue la sexta vez que corrían allí y también fue la última. Richard Petty, quien se convirtió en el piloto con más victorias en la historia de NASCAR, la lideró 103 vueltas y parecía estar alejándose hacia una victoria fácil cuando su dirección se rompió debido a las condiciones de la pista. Con Petty fuera, Scott, que conducía un Chevrolet Bel Air tomó la delantera a 25 vueltas del final. Cuando cruzó la línea de meta después de 200 vueltas, el comisario no ondeó la bandera a cuadros. Otra vuelta más tarde y todavía sin bandera. Volvió a cruzar la línea con Buck Baker detrás y Jack Smith en tercer lugar. Los comisarios dieron vencedor a Baker.
La confusión surgió con las tarjetas de puntuación de vueltas. Cada equipo anotaba manualmente las de su piloto pero, entre la algarabía de las averías, el ruido y la tensión era fácil descontarse. En la tarjeta del equipo de Scott había 202. Buck Baker fue inicialmente declarado ganador de la Jacksonville 200, y fue él quien se fue al carril de la victoria y recibió el trofeo. Los comisarios tardaron casi dos horas en darse cuenta de que, de hecho, Scott era el ganador. Tal vez aposta, esas dos horas fueron suficientes para que los aficionados, los competidores y la prensa abandonaran el circuito. Scott recibió el cheque del ganador de 1.000 dólares, pero no hubo ceremonia en el carril de la victoria, entrevistas con los medios, fotos con la chica del trofeo ni el propio trofeo ya que Baker se lo había llevado. Él y sus dos mecánicos cargaron el coche, recogieron sus cosas y se dirigieron al norte, de regreso a Virginia.
El trofeo desaparecido
El paradero del trofeo del ganador sigue siendo una de las mayores controversias de la histórica victoria de Scott. Es evidente que se lo quedó Baker pero nunca ha aparecido.
El trofeo que le dieron ya en la siguiente carrera, en Savannah, no era el original. Sin tapa ni ningún tipo de inscripción, como provisional. Cuando dejó las carreras, regresó a Danville e hizo de mecánico muriendo en 1990 sin alzar nunca la voz. La familia de Scott reclamó una ceremonia con un trofeo idéntico durante años. Finalmente, en 2021, la NASCAR hizo entrega de una réplica del trofeo a la familia reparando el desatino de 1963.