El policía Brian D. Sicknick muere por las heridas causadas en la defensa del asalto al Capitolio


Donald Trump admitió por fin su derrota este jueves por la noche. La derrota en las urnas y, también, la que ha sufrido esta semana en su pulso contra las instituciones de Estados Unidos, contra la democracia. El presidente se dirigió a los ciudadanos en un vídeo de dos minutos y 41 segundos en los que capituló, condenó la violencia provocada por los ultras en el Congreso y se comprometió a facilitar la transición hacia el próximo presidente, el demócrata Joe Biden. Por primera vez, no mencionó ningún supuesto fraude. Ante un país conmocionado, donde se multiplicaban las voces que pedían destituirlo por incapacidad, el magnate neoyorquino asumió que había llegado al final de la escapada.

“El Congreso ha certificado los resultados electorales, una nueva Administración tomará posesión el 20 de enero y a partir de ahora me centraré en asegurar una transición de poder fácil, ordenada y sin interrupciones. Es el momento de la reconciliación y de sanar heridas”, dijo el mandatario desde un atril en la Casa Blanca, para acabar con un mensaje de despedida: “A los ciudadanos de Estados Unidos, serviros como presidente ha sido el honor de mi vida. A todos mis maravillosos seguidores, sé que estáis decepcionados, pero nuestro increíble viaje acaba de empezar”.

No reconoció explícitamente la victoria del presidente electo Joe Biden, cuyo nombre ni siquiera mencionó, simplemente admitió el cambio de Gobierno y dejó de agitar sus teorías conspirativas sobre el sistema electoral, génesis de los graves disturbios vividos el miércoles en Washington, en los que perdieron la vida cuatro personas. Trump se pronunció con dureza sobre lo sucedido, se declaró “indignado” y aseguró que los violentos lo pagarían, sin señalar a los suyos, pero desmarcándose del Trump de 24 horas atrás, que culpó al supuesto “robo” de los comicios del asedio a Capitolio: “Entiendo vuestro dolor (…) sois muy especiales, os queremos”, llegó a decir.

Por la mañana, con la nación conmocionada, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, emplazó al vicepresidente republicano, Mike Pence, a invocar la enmienda 25º de la Constitución y destituir al mandatario de forma inmediata por incapacidad, liderando así el sentir mayoritario de los demócratas y que contó incluso con la complicidad pública de varios republicanos, como el gobernador de Maryland, Larry Hogan, o el congresista de Illinois Adam Kizinger. Los medios estadounidenses avanzaron que Pence se oponía a activar dicho mecanismo extraordinario, pensado en realidad para problemas de salud de los presidentes.

El vicepresidente, un conservador religioso de Indiana, ha sido un fiel escudero de Trump durante estos cuatro años, uno de los republicanos que, además, había evitado reconocer la victoria de Biden hasta el último momento. Se plantó ante el neoyorquino este martes, cuando este le pidió que boicotease la sesión que celebraba el Congreso para certificar los resultados electorales, un procedimiento en el Capitolio que preside el vicepresidente del país, encargado de declarar en voz alta el ganador. Aun así, Pence estudia presentarse como candidato del Partido Republicano en 2024 y cualquier paso en falso ahora le puede cortar las alas.

Pelosi le advirtió de que, si no procedían a destituir a Trump, los demócratas podrían poner en marcha un nuevo impeachment contra el aún presidente, a pesar de que no le quedan ni dos semanas en la Casa Blanca. Está por ver si siguen adelante con este órdago, algo que muchos demócratas reclaman. La congresista por Minnesota Ilhan Omar, por ejemplo, redactó un borrador con los artículos del impeachment el día del asedio. Pero será el presidente electo, Joe Biden, quien marque la pauta al resto de su partido. La capitulación de este jueves por la tarde frena la escalada de tensión y ofrece una salida a los republicanos para no tomar medidas y ahora falta escuchar la reacción del exvicepresidente de la era Obama.

FOTOGALERÍA: La invasión de los seguidores de Trump en el Capitolio

“Los manifestantes que se infiltraron en el Capitolio han profanado la sede de la democracia americana. A los que participaron en actos de violencia: no representáis a nuestro país. A los que rompieron la ley: lo pagaréis”, dijo Trump. “Mi campaña usó todas las vías legales para discutir los resultados electorales. Mi único objetivo era asegurar la integridad de los votos y al hacerlo estaba luchando por nuestra democracia. Sigo creyendo que debemos reformar nuestras leyes electorales para garantizar la identidad y elegibilidad de todos los votantes”, justificó.

El vídeo salió publicado en su cuenta de Twitter después de que la red social le desbloquease la cuenta, suspendida durante varias horas por los mensajes publicados el día anterior. “Estas son las cosas y acontecimientos que ocurren cuando se arrebata una victoria sagrada y abrumadora a grandes patriotas que han sido tratados de forma mala e injusta durante mucho tiempo. Id a casa en paz y amor. ¡Recordad este día para siempre”, había publicado, entre otros mensajes. Facebook anunció que le cortaba el grifo de forma indefinida tras el tumulto ocurrido en Washington.

No pudo haber un sello de mayor carga simbólica para el líder político que gobernó la Casa Blanca usando las redes sociales como un lanzallamas. Por Twitter amenazaba con una guerra nuclear, por Twitter rompía un acuerdo multilateral o despedía a los miembros de su Gabinete. Por Twitter fue evidente también que estaba silenciado ya. En medio de una crisis sanitaria monumental, con más de 350.000 fallecidos y una grave recesión, Estados Unidos ha visto las costuras de su sistema a punto de romperse.

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