El pleno que el pasado jueves celebró el Tribunal Constitucional pasará a los anales de la institución. Se vivió una situación insólita: la del cambio de opinión a última hora del ponente de un recurso importante. De su posición final dependía que el tribunal censurara o no la decisión de la Mesa del Congreso de reducir su actividad durante los primeros días de la pandemia, lo que fue impugnado por Vox, que considera que se atentó contra el derecho de los diputados.
El recurso se dirigía contra los acuerdos de la Mesa del 19 de marzo de 2020. La propuesta del ponente, el magistrado Antonio Narváez, del sector conservador, era rechazar la tesis de que el Parlamento había echado el cierre y vulnerado los derechos de los diputados a controlar al Gobierno. Pero Narváez cambió de criterio tras haber escuchado las diez intervenciones que se produjeron en el pleno a lo largo de dos días. Diez intervenciones, y no 11, que es el número actual de magistrados, porque faltaba uno de los miembros del tribunal, Alfredo Montoya, quien no acudió al pleno por enfermedad.
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Oídos los diez intervinientes, resultó que cinco exposiciones habían propuesto rechazar el recurso, y otras cinco habían defendido conceder el amparo solicitado y anular los acuerdos de la Mesa. La decisión ya no iba a tener efectos prácticos, puesto que lo hecho, hecho estaba. Pero el fallo supondría un aval o una censura a la labor del Congreso y del Senado, que siguieron estrategias paralelas, en respuesta a la crisis sanitaria. Y ese mismo aval o censura alcanzaría al Gobierno, en la medida en que las decisiones de restricción de la actividad parlamentaria afectaron, según Vox, a la entera labor de control del Ejecutivo.
Concluido el debate en el pleno del tribunal, el presidente del Constitucional, Juan José González Rivas, consideró llegado el momento de tomar una decisión, e intentó que se votara el rechazo del recurso presentado por Vox. Pero no lo consiguió. El cambio de opinión del ponente, el magistrado Antonio Narváez, impidió que se realizara la votación prácticamente sobre el sonido de la campana.
Durante las dos jornadas de deliberación dedicadas a este asunto, se habían manifestado a favor del recurso —y por tanto del reconocimiento de que el Congreso vulneró los derechos de sus diputados— la vicepresidenta, Encarna Roca, y los magistrados Pedro González Trevijano, Santiago Martínez Vares, Ricardo Enríquez y Andrés Ollero. En cambio, habían apoyado rechazar el recurso, el presidente del Constitucional, Juan José González Rivas, y los magistrados Juan Antonio Xiol, María Luisa Balaguer y Cándido Conde-Pumpido, además del propio Narváez, cuyo primer proyecto de sentencia era contrario a la impugnación de Vox.
Empate
Se daba, por tanto, un empate que a priori era difícil de prever. Y ello porque al ser 11, una cifra impar, el número de magistrados actuales del tribunal, solo una ausencia podría complicar las cosas, al facilitar una situación de paridad. Y esa ausencia se produjo al faltar el magistrado Alfredo Montoya, del sector conservador.
Pero los presentes eran diez, y terminadas las intervenciones, el presidente, Juan José González Rivas, se dirigió al magistrado ponente, Narváez, y le preguntó si sometía su proyecto de sentencia a votación. El presidente decantaba el caso con su voto de calidad. Hubo risas en la sala. Se veía venir la jugada de enroque. Y se produjo. Narváez, quien ya había manifestado sus dudas a lo largo del debate, habló esta vez con suma claridad, para decir que no se podía producir la votación. González Rivas preguntó por qué, y el magistrado ponente explicó que iba a cambiar su proyecto de sentencia, porque las razones dadas por los partidarios del recurso de Vox le habían parecido dignas de consideración. No había nada que votar, por tanto, porque la ponencia inicial ya no estaba sobre la mesa.
Lo previsible es que la nueva ponencia que lleve Narváez al próximo pleno, en octubre, anulará el cierre del Congreso de marzo de 2020 por seis votos a cuatro, al regresar el ponente con su sector, el conservador, que es también el mismo sector del magistrado ausente el pasado jueves. Quizá Montoya no vote, porque es frecuente que no lo haga quien no ha asistido a todos los debates. Pero fue el cambio de Narváez el que, en una situación insólita, le dio la vuelta a la tortilla.
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