El positivo por covid de Macron pone en alerta a los líderes europeos


Boris Johnson ha sido trasladado este lunes a las ocho de la tarde (hora peninsular española) a la unidad de cuidados intensivos del hospital St. Thomas de Londres, donde había ingresado el domingo. El equipo médico decidió el traslado al comprobar cómo el estado del primer ministro empeoraba, aunque hasta el momento no ha sido necesario el uso de respirador ni ha sido diagnosticado con neumonía, según ha informado este martes a primera hora Downing Street. El ministro de Exteriores, Dominic Raab, se colocó provisionalmente al frente del Gobierno.

“Desde el pasado domingo por la tarde, el primer ministro ha permanecido en observación por los médicos del hospital St. Thomas, en Londres, después de que ingresara con síntomas persistentes de coronavirus”, decía el comunicado emitido a última hora por Downing Street. “A lo largo de la tarde [de este lunes] el estado del primer ministro ha empeorado y por consejo del equipo médico ha sido trasladado a la unidad de cuidados intensivos del hospital. El primer ministro ha pedido al ministro de Exteriores, Dominic Raab, en calidad de primer ministro de Estado, que le sustituya en todo lo que sea necesario. El primer ministro está recibiendo un excelente cuidado y agradece al personal del Servicio Nacional de Salud [NHS, en sus siglas en inglés] toda su dedicación y dura tarea”.

El titular de Exteriores comparecía poco después ante los medios para transmitir un mensaje de tranquilidad: “El Gobierno sigue adelante con su tarea. El primer ministro está en manos seguras y nosotros nos mantenemos detrás de él con un increíble espíritu de equipo”, afirmó.

Johnson, de 55 años, ingresó en el hospital St. Thomas de Londres a última hora del domingo. Raab ya presidió este lunes la primera reunión del gabinete de crisis de la semana. Su ministerio es el primero, por orden de antigüedad, pero en un país sin constitución escrita como el Reino Unido no existe una regla definida sobre quién debe sustituir al jefe del Gobierno en su ausencia. “Puedo asegurar a los ciudadanos británicos que este Gobierno permanece unido en torno a una prioridad absoluta: derrotar al coronavirus y guiar a este país a través de los desafíos que tiene por delante”, dijo Raab al comenzar su comparecencia ante la prensa. Nadie había preguntado previamente por esa reafirmación de unidad que sirvió más bien para alimentar sospechas que para transmitir certidumbre.

La información de Downing Street sobre el estado de salud de Johnson había sido escasa hasta ese momento. Las pruebas a las que estaba siendo sometido eran “rutinarias”, su ingreso fue sobre todo “una medida de precaución” y el primer ministro se sometería “a la decisión del equipo médico” en lo que se refiere al tratamiento. El propio Raab insistió en que su jefe lideraba la respuesta a la crisis desde el hospital y que los ministros se limitaban a cumplir las órdenes que daba, a pesar de admitir que la última vez que habló directamente con él fue el pasado sábado.

Confidencialidad

Peor fue el trago para Chris Whitty, el director médico del Gobierno, quien esquivó con la confidencialidad entre el paciente y los profesionales que le atienden el bombardeo de preguntas sobre la capacidad de Johnson para seguir al frente. “¿Por qué se ha decidido que el estado del primer ministro es lo suficientemente serio como para que ocupe la cama de un hospital, pero a la vez está en condiciones de dirigir el Gobierno?”, ponía el dedo en la llaga uno de los periodistas.

La respuesta llegaba horas después, cuando la decisión de ingresar a Johnson en la UCI revelaba la verdadera gravedad de su estado. Una vez confirmado que el primer ministro había dado positivo, él mismo aseguró que permanecería confinado en Downing Street una semana y que seguiría dirigiendo desde allí el Gobierno. Ese mismo día, su ministro de Sanidad, Matt Hancock, confirmó también que estaba infectado.

Las apariciones de Boris Johnson, a través de vídeos distribuidos por las redes sociales, mostraban un deterioro gradual de su aspecto que comenzó a levantar sospechas entre los medios británicos. El Gobierno insistió en todo momento en que trabajaba sin problemas y estaba al tanto de todos los operativos. Probablemente haya sido esa insistencia en no seguir el descanso prescrito por los médicos, han dicho desde su entorno, la que ha impedido una recuperación de su salud y ha generado el empeoramiento.

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