El PP de Ayuso se enroca y quiere adelantar el congreso de Madrid a inicios de 2022

Los presidentes autonómicos del PP en el poder, Fernando López Miras, Juan Manuel Moreno, Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo y Jesús Vivas, saludan a Pablo Casado a su llegada el domingo a la plaza de toros de Valencia.
Los presidentes autonómicos del PP en el poder, Fernando López Miras, Juan Manuel Moreno, Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo y Jesús Vivas, saludan a Pablo Casado a su llegada el domingo a la plaza de toros de Valencia.Mònica Torres

La paz pactada en la Convención del PP de Valencia entre Casado y Ayuso y sus respectivos equipos durará poco. La gran discrepancia entre la dirección nacional y los mandos populares en la Comunidad de Madrid, especialmente sobre el calendario para fijar el congreso que debe resolver la situación de interinidad en la organización regional desde hace tres años, se mantiene.

La cúpula popular pretende celebrar el congreso del PP de Madrid, al que Ayuso se quiere presentar para aumentar su poder en la organización ante futuras contiendas electorales, para el final del primer semestre de 2022, antes del verano. El equipo más cercano a la presidenta madrileña rechaza este calendario y sostiene que el mandato esgrimido y emanado por una Junta Directiva Nacional de que los congresos uniprovinciales se desarrollen en ese semestre no excluye que se pueda celebrar en enero o febrero de 2022, es decir, cuanto antes.

Ayuso y Casado aún conservan alguna puerta abierta en su relación, que fue de amistad estrecha, respeto y colaboración política desde Nuevas Generaciones y durante 17 años, pero que se ha deteriorado bastante en las últimas semanas. El malestar es mucho mayor y casi de ruptura entre los entornos, como reconocen fuentes directas de ambos bandos.

Llegados a este punto, ese debate aparentemente orgánico sobre el mejor calendario del congreso del PP madrileño tampoco es una discusión menor. Está en juego la autoridad de la dirección nacional, personificada en el secretario general y número dos, Teodoro García Egea, con el que Ayuso y sus más estrechos colaboradores tienen un enfrentamiento total. Esa pésima sintonía ha afectado en parte a la comunicación entre Ayuso y Casado.

Promesa de lealtad

El sábado, en su esperada intervención en Valencia ante los 1.500 afiliados que pudieron entrar en el Palacio de las Artes, y delante de la esposa de Casado, Ayuso le prometió su fidelidad y apoyo para alcanzar La Moncloa y se autodescartó como una alternativa interna al actual líder popular. La candidatura es inexistente, pero la lealtad de Ayuso se circunscribe a Casado.

El líder del PP se lo agradeció llevándose su mano sobre el corazón. Los calendarios de los dos políticos populares, además, favorecerán en principio que esos juramentos se puedan llevar a cabo sin contraponerse. Las próximas elecciones autonómicas madrileñas están fijadas para mayo de 2023. Las siguientes generales se apuntan para finales de ese año.

El entorno de Casado resaltó que con esos gestos de Ayuso se acababa un “inoportuno debate” que ha vuelto a convulsionar a una organización que parece convivir con un liderazgo demasiado inestable. Ayuso declaró abiertamente al final del verano que quiere presidir el partido en Madrid, como han hecho algunos de sus predecesores en la presidencia regional madrileña, como Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes. Su posterior repliegue en la convención sobre sus presuntas aspiraciones nacionales, les sirvió a los responsables máximos en Génova 13 para valorar que Casado “había salido reforzado”.

Ese simple amago de Ayuso, y su determinación no aplacada de presidir el PP de Madrid, han tensionado otra vez el partido, como le sucedió a Mariano Rajoy antes del congreso de 2008 con las aspiraciones alternativas de Esperanza Aguirre, que nunca se concretaron. La mayoría de las fuentes consultadas, del PP nacional y madrileño, constatan que al final Ayuso se saldrá con la suya. Pero también ha molestado su insistencia, el conato de crisis desatada y alguna adhesión, como la de Aguirre. Y hay sectores de la organización que defienden su apuesta por una tercera vía —la gestora actual— que no está hipotecada ni por Ayuso ni por la teórica aspiración del alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida.


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