A las 21.00 del lunes, Isabel Díaz Ayuso aparece en Telemadrid para hacer una declaración institucional y pedir confianza ante el inicio del curso escolar del coronavirus. Según la cadena, solo hay un precedente de ese tipo de intervención: la de Esperanza Aguirre tras los atentados del 11-M. Nada refleja mejor lo que ha ocurrido estos días en la política de Madrid. Con la Asamblea cerrada desde el 17 de julio por las vacaciones y las decisiones de PP y Cs; los contagios por coronavirus repuntando; y los médicos y los profesores dispuestos a ir a la huelga, la presidenta de la Comunidad se multiplica desde el viernes en un tour mediático para disipar las dudas sobre el plan para volver a las clases. Se trata de dominar el relato, que le dicen en comunicación política.La explicación oficial —”El objetivo era hablar de la importancia de la vuelta al colegio y pedir confianza a las familias”, dice un colaborador de Díaz Ayuso— contrasta con análisis externos.“No se puede olvidar nunca el papel de Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de gabinete, un experto en comunicación que se ha caracterizado desde la época de Aznar por darle leña al mono hasta que baile: en este caso significa ‘no te acomplejes, sal, defiende lo tuyo, no te achantes”, opina Luis Arroyo, presidente de Asesores de comunicación pública, sobre un inicio de curso marcado por la incertidumbre de la pandemia, el miedo al contagio, y las caóticas colas de las pruebas serológicas a los profesores. “En eso cuadra esta hiperactividad”.“La presencia mediática de Díaz Ayuso está vinculada a las polémicas que enfrenta: su visibilidad mediática le permite desviar la atención de las demandas sociales”, coincide Gabriela Ortega, consultora política y profesora universitaria. “Recordemos que ha tenido que enfrentarse a constantes crisis comunicacionales que ha solventado gracias a dos parámetros recurrentes: desviar la atención y poner un nuevo tema en agenda, con el caballo de batalla de su enfrentamiento con Pedro Sánchez”, sigue. Y ejemplifica: “Su último enfrentamiento desvía nuevamente la atención y pone la disyuntiva entre si hay un ‘ensañamiento’ del Gobierno con Madrid o son los datos que reflejan un aumento de casos”.Mientras Madrid rompía las barreras de los 150.000 contagiados y los 50.000 hospitalizados desde el inicio de la crisis, superando los 40.000 infectados solo en agosto, su presidenta multiplicaba sus apariciones e intervenciones públicas.Esta ha sido su agenda. Viernes: entrevista a primera hora en RNE. Sábado: acude al prime time de La Sexta. Domingo: cita en Telecinco. Lunes: amanece en la Cope y sigue en Antena 3, para luego dar un discurso ante la maqueta de Madrid Nuevo Norte y cerrar la jornada con su intervención en Telemadrid.Además, Díaz Ayuso ha entremezclado esa potente agenda mediática con un calendario de citas políticas sin precedentes en su mandato, que arrancó en agosto de 2019. El sábado asistió a la toma de posesión de Alberto Núñez Feijóo como presidente de la Xunta. El lunes acudió a la apertura del año judicial. Luego se reunió con los presidentes de Castilla y León y Castilla-La Mancha.¿Qué está pasando? “Por un lado está la agenda institucional propia de una presidenta autonómica, muchos de los eventos de los últimos días estaban ya en agenda desde hace semanas”, responden desde el equipo de la presidenta. “Por otro lado están las entrevistas, que responden a una decisión de la presidenta de mandar un mensaje a las familias y a la comunidad educativa ante el inicio de curso más complicado de la historia reciente de España”, siguen. “Ante la incertidumbre lógica que genera la vuelta a las aulas por la covid, la presidenta ha decidido hacer un importante esfuerzo para dar un mensaje de tranquilidad, certidumbre, detallar el plan de vuelta al colegio y responder a todas las cuestiones que se podían plantear”, añaden. Y preguntan: “Mientras ella ha dado la cara, otros se han escondido. ¿Dónde ha estado la ministra de Educación durante las últimas semanas?”“Cuestión de actitud”Díaz Ayuso gobierna en minoría. Necesita para todo a Vox, que permanece en la oposición. Con ese exiguo margen tiene que gestionar una situación sanitaria, social y económica sin precedentes, presionada, además, por tensiones contrapuestas: el PSOE intenta tentar a Cs, su socio de Gobierno, para que se sume a una moción de censura; y Vox, su aliado en la oposición, le presiona para que cese a consejeros y haga una crisis de Gobierno a cambio de aprobarle los Presupuestos de 2021.Mientras, 412.000 alumnos y 30.000 profesores empezaron ayer las clases en 1.318 centros. Solo dos de Getafe y dos de Parla reportaron incidencias, según la Comunidad.“Lo importante es la actitud”, dijo este martes la presidenta. “Habrá errores y los reconoceremos todos”, siguió, poniéndose la venda antes de la herida. “Es la actitud lo que nos ha permitido salir de la primera fase de la pandemia. Si todo es reivindicación, si todo es transmitir zozobra, no vamos a avanzar”, añadió. “Lo importante es la actitud”, insistió. Eso, y transmitirla en los medios frente a una crisis sin precedentes.El PSOE regional, en ‘prime time’El PSOE, ganador de las últimas elecciones autonómicas con Ángel Gabilondo como candidato, ha impulsado desde que estalló la pandemia una comisión para investigar lo que ocurrió en las residencias —con casi 6.000 muertos—, otra para pactar la reconstrucción social y económica de la región, así como varias peticiones de plenos extraordinarios y comparecencias de control a los titulares de Sanidad y Políticas Sociales —las últimas, denegadas por la mayoría en la Mesa de PP y Cs—.El líder de los socialistas, sin embargo, no ha presentado una moción de censura que hoy perdería, porque carece del apoyo fundamental de Cs, socio gubernamental del PP de Díaz Ayuso. Y eso le ha convertido en el blanco de críticas internas y externas, las últimas explotadas por Más Madrid en las redes sociales —lanzó un vídeo sobre su liderazgo en la oposición—.La polémica consecuente saltó el lunes por la noche al prime time nacional, cuando El Intermedio (La Sexta) le dedicó un espacio a ironizar sobre la “desaparición” de Gabilondo. Eso fotografía la difícil situación del PSOE. Sin votos para alcanzar al poder, su líder prefiere negociar acuerdos a emplearse con una dureza que considera estéril.
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