El precio del gas acaricia su máximo histórico en Europa tras el nuevo descenso en los envíos desde Rusia

El precio del gas acaricia su máximo histórico en Europa tras el nuevo descenso en los envíos desde Rusia

El gas natural regresa a zona de turbulencias extremas, si es que alguna vez la abandonó. El precio de este combustible, esencial para la industria y la generación de electricidad en los principales países de Europa, ha rozado a primera hora de este miércoles los 230 euros por megavatio hora (MWh), un nivel inédito desde principios de marzo, poco después del estallido de la guerra en Ucrania.

La enésima escalada en el mercado de referencia para el bloque, el holandés TTF, llega después de que Rusia consumase este miércoles por la mañana su amenaza de reducir aún más el suministro de gas a través del Nord Stream 1 —el principal gasoducto que une al gigante euroasiático con la UE, por el que discurre la tercera parte del total recibido— y de que la gasista estatal Gazprom acusase a la alemana Siemens de los problemas de bombeo. Y deja el precio a un paso de los 270 euros por MWh que alcanzó a mediodía del 7 de marzo.

Tras haberse disparado hasta los 227 euros, los contratos de gas con entrega en agosto han cerrado la sesión en 205 euros, después de anotarse un incremento del 2,5%. La subida —la sexta consecutiva— llega en plena temporada de llenado de depósitos, con la mayoría de países de la UE haciendo acopio de cara a un otoño e invierno que se presenta especialmente tenso: incluso si el plan de ahorro del 15% en los Veintisiete acaba cumpliéndose al pie de la letra, el suministro no está ni mucho menos garantizado.

El vice consejero delegado del gigante gasista ruso Gazprom, Vitaly Markelov, ha acusado este miércoles a la germana Siemens Energy de los problemas de bombeo a través del Nord Stream 1, que desde este miércoles está suministrando gas a un 20% de su capacidad. Esta merma adicional respecto al caudal habitual complica aún más los planes de los países europeos, especialmente Alemania, de llenar sus reservas del hidrocarburo en previsión de un potencial corte total del suministro por parte de Moscú. Las autoridades germanas han respondido acusando a Rusia de usar su posición dominante en el mercado energético en un “juego de poder”.

Markelov ha subrayado que, de las seis turbinas de bombeo con las que cuenta el gasoducto, solo una funciona a pleno rendimiento; otra está en Canadá tras ser reparada y las cuatro restantes han completado las 25.000 horas de servicio necesarias antes de una revisión en profundidad —que, según Gazprom, ha de llevar a cabo Siemens.

Alemania ha rechazado las últimas afirmaciones de Gazprom y ha declarado que no hay motivos técnicos para reducir el bombeo de gas por parte de la gasista alemana. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha asegurado este miércoles que el gigante ruso Gazprom exporta todo el gas que puede a Europa y ha achacado la responsabilidad de la disminución del suministro a las sanciones occidentales.

Crece la brecha entre España y el resto del continente

España no es ni mucho menos ajena a la escalada en el precio del gas, un combustible que utiliza de manera intensiva para la generación de electricidad: más aún en pleno verano, cuando la generación eólica se hunde y los ciclos combinados operan a pleno rendimiento. Sin embargo, la cotización en la península Ibérica se ha desligado de la del resto del continente en cuestión de semanas. El mercado hispano-portugués Mibgas cerró este miércoles en 148 euros por MWh, 57 por debajo del holandés TTF. La brecha se ha abierto aún más en las últimas jornadas, en las que se ha consolidado el cambio de patrón respecto a lo habitual antes de la sacudida energética: precios peninsulares más altos que al norte de los Pirineos.

Este giro responde, sobre todo, a la mayor capacidad de regasificación de España y Portugal: cuatro de cada 10 instalaciones de procesamiento del gas que llega por barco a Europa están en la Península y eso, en tiempos como los que vive hoy el bloque, son palabras mayores. Los almacenamientos subterráneos peninsulares, además, lucen niveles notablemente mejores que en la mayoría de países vecinos: 100% en Portugal y 76% en España, frente a una media comunitaria que a duras penas llega al 67%. Menos necesidad de llenado es, también, menos demanda. Y menos demanda conduce a precios más bajos en una coyuntura de pugna global a cara de perro por el gas que se pone en el mercado.


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