Saúl Perera, delante de uno de los vehículos del primer convoy.

El primer convoy con españoles evacuados de Ucrania cruza la frontera

“Me acaban de sellar el pasaporte”, afirma Saúl Perera, por teléfono. “¡Los bebés primero!”, grita al resto de evacuados. Este canario de 27 años es uno de los primeros españoles que el Gobierno ha trasladado desde Ucrania a Polonia en dos convoyes fletados por la Embajada. La primera de las expediciones —la menos numerosa, con 40 personas, según fuentes policiales—, en la que viaja Perera, ha cruzado la frontera con Polonia alrededor de las seis de la tarde de este sábado (hora local). Durante el último tramo, de unos 22 kilómetros, han tenido que ser escoltados por policías ucranios para evitar la enorme fila de vehículos que se agolpaban intentando dejar el país ante el ataque ruso. “Si no es por ellos, nos quedábamos ahí parados una semana”, añade Perera.

Las dos convoyes españoles, controlados por personal de la Embajada, 12 policías nacionales y una decena de agentes especial de los GEO, llevan varias horas de viaje. Ambos partieron desde la Embajada de Kiev —uno, este jueves en torno a las cuatro de la tarde (hora local) y otro, este viernes pasadas las nueve y media de la mañana— con dirección este hacia la frontera con Polonia. Un periplo en el que se han enfrentado a carreteras colapsadas, militares agazapados en las cunetas y la incertidumbre sobre su propia suerte. Aunque la ruta era secreta, lo que sí se sabe es que la última gran ciudad por la que ha pasado el destacamento ha sido Leópolis, a 551 kilómetros de Kiev. El principal problema, tras alcanzar la frontera, ha sido el registro de los evacuados, por la gran afluencia de gente antes de pisar suelo polaco.

“Siempre estás con la duda de qué va a pasar, de si te va a caer al lado una bomba. Lo peor era por la noche”, subraya Saúl Perera en el frontera con Polonia. “Hemos salido ya de Ucrania, nos falta un último registro antes de cruzar del todo”, prosigue. Ingeniero de Telecomunicaciones, se sumó al primero de los convoyes y ha tenido incluso que conducir uno de los coches del destacamento, integrado por un vehículo para lo GEO, otro para personal de la Embajada, un minibús y varias furgonetas. “Solo teníamos un conductor local y nos dijeron que teníamos que arrimar el hombro. Estoy reventado y con unas ganas locas de llegar a España”, continúa.

Saúl Perera, delante de uno de los vehículos del primer convoy.
Saúl Perera, delante de uno de los vehículos del primer convoy.

Este miércoles, cuando el Kremlin ordenó la invasión sobre Ucrania, 436 españoles estaban inscritos en el consulado, pero más un centenar había salido del país en los días previos a la invasión, según datos oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores. La Embajada ha atendido a través de un teléfono de emergencia a quienes precisaban información, sobre todo, en lo que a la evacuación se ha referido. Los compatriotas que quisieron tomar uno de los convoyes monitorizados por el Gobierno tuvieron que desplazarse por sus propios medios hasta la Embajada en Kiev. Perera, que había llegado el mismo miércoles a la capital ucrania para participar en un programa de televisión local, se desplazó hasta allí el jueves por mañana, en metro, ante la escasez de taxis, y con el “miedo por lo que pudiera pasar”.

Carla San Andrés, de 22 años, ha conseguido unirse este sábado al convoy en el que iba Perera. Tras dos días intentando, sin éxito, salir de Leópolis —donde residía desde 2019—, un grupo de coches, escoltados por una patrulla de los GEO, ha llegado a las cinco de la mañana para recogerla y sumarse al resto de la expedición. San Andrés llegó al país hace tres años para hacer un voluntariado y se quedó para estudiar Gestión Cultural en la universidad. Tenía previsto tomar un autobús este viernes hacia Polonia. Nunca llegó a recogerla.

“Estuve seis horas esperando en la parada, llamé al conductor para confirmar que pasaba por la estación en la que estaba y me llamó horas después para decirme que ya había pasado por allí”, afirma la joven, a la que su madre, Raquel San Andrés, le pidió el jueves, entre sollozos, que saliera del país “cuanto antes”. Ahora respira al enterarse de que su hija ha llegado a la frontera.

Foto tomada por Saúl Perera a una fila de coches en el límite con Polonia.
Foto tomada por Saúl Perera a una fila de coches en el límite con Polonia.

Por su parte, la preocupación de Roger Carles, de 30 años, y su esposa, de nacionalidad ucrania, se dividía este sábado en dos partes. Al deseo de alcanzar la frontera polaca cuanto antes se sumaba el miedo ante el ataque ruso sobre la capital ucrania. “Hoy ha impactado un proyectil al lado del bloque donde vivo en Kiev, con las paredes temblando, en el que está mi suegra bunquerizada”, cuenta Carles desde dentro del autobús de la segunda expedición.

Roger y su esposa, por su parte, rehúsaron tomar el primero de los convoyes en el que marchó Perera. El anhelo de que los tropas rusas no llegarían hasta Kiev, según sostiene el barcelonés, sumado a las dudas sobre si abandonar a su suegra, que convive con ellos en su domicilio, y al temor ante un viaje tan largo por carretera, puesto que ella está embarazada de siete meses, les hicieron dudar en un primer momento. El avance de los militares rusos y el deseo de la suegra de Carles de permanecer en el país —donde trabaja como enfermera— les hicieron cambiar de idea y embarcarse en el segundo de los convoyes, de unas 100 personas. La pareja sigue en el autobús, pasando por “momentos muy tristes” hasta llegar a Polonia.

En la misma expedición viaja la embajadora Silvia Cortés y el resto del personal de la Embajada, que ha sido cerrada. El convoy avanza rápido porque también está siendo auxiliado por las autoridades ucranias para sortear las colas y se espera que entre la noche de este sábado y este domingo alcance también la frontera.

Roger Carles y su esposa, dentro del autobús.
Roger Carles y su esposa, dentro del autobús.

Por otra parte, el Gobierno español está multiplicando sus movimientos en todos los ámbitos con una agenda absolutamente monopolizada por la guerra de Ucrania. Y no solo con las gestiones para sacar del país a estos españoles rescatados de Ucrania. También con gestiones diplomáticas de alto nivel y con una inédita ronda de llamadas del presidente, Pedro Sánchez, a todos los expresidentes vivos para compartir información sobre la guerra. Sánchez llamó este sábado a Mariano Rajoy, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González para explicarles lo que sabe en este momento de la evolución y las perspectivas de la prImera gran guerra entre dos estados en Europa desde los años 40. Los cuatro expresidentes, según fuentes de La Moncloa, agradecieron mucho la llamada y le trasladaron sus opiniones.

Todos ellos tienen mucha experiencia Internacional y casi todos, con la excepción de González, han tratado directamente con Vladimir Putin, que lleva 20 años en el poder. Sánchez también amplió su ronda de contactos a dirigentes como Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, o Joaquín Almunia, ex secretario general del PSOE y ex comisario europeo. El presidente ha dado prioridad absoluta a la agenda internacional con la guerra de Ucrania, que según la opinión instalada en La Moncloa puede cambiar por completo los equilibrios de poder en Europa y tendrá además consecuencias económicas muy directas para España, en especial por el aumento del precio de la energía.

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