A las 12.00 de este domingo, hora peninsular española, ha concluido el ultimátum de siete horas que Rusia dio a los últimos combatientes ucranios en la estratégica ciudad de Mariupol para que depongan las armas. No ha habido señales de rendición y el primer ministro ucranio, Denis Shmihal, ha asegurado este mismo domingo que “la ciudad todavía no ha caído” y que el último reducto resistente “combatirá hasta el final”. “Nuestras fuerzas militares, nuestros soldados aún están allí […] En este momento en el que hablo, están todavía en Mariupol”, ha señalado en una entrevista en un programa de la cadena de la televisión estadounidense ABC. Mientras, Rusia se ceba con otra ciudad del este de Ucrania, Járkov, donde los bombardeos son constantes. Allí han fallecido cinco personas y 13 han resultado heridas en un ataque en el centro de la localidad, según fuentes médicas.
En el primer día de la Pascua ortodoxa, religión mayoritaria tanto en Rusia como en Ucrania, el Ministerio de Defensa ruso ofreció a las fuerzas de Ucrania un plazo de siete horas para entregarse sin condiciones a partir de las 6.00 de la mañana en Ucrania y Rusia (5.00, en la España peninsular). “Los que abandonen las armas salvarán su vida. Es su única oportunidad”, dijo el Kremlin a los soldados ucranios atrincherados en el complejo metalúrgico de Azovstal, en el sur de Mariupol y escenario de las batallas más intensas en las últimas semanas. La ciudad, marcada por la destrucción y la crisis humanitaria, lleva semanas sitiada. Moscú asegura controlar ya toda el área urbana.
Se desconoce cuántos combatientes quedan en Mariupol, cuya ubicación en el sudeste del país y a orillas del mar Negro convertiría su captura en el mayor logro ruso en una campaña que por ahora no ha tenido ninguno significativo. El Ministerio de Defensa ruso asegura, citando comunicaciones radiofónicas interceptadas, que entre los últimos combatientes ucranios hay 400 “mercenarios extranjeros” y tienen órdenes de disparar al que intente rendirse.
Zelenski: “Una situación muy difícil”
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, admitió este sábado que la situación en Mariupol era “muy difícil”. “Nuestro ejército está bloqueado, los heridos están bloqueados. Hay una crisis humanitaria, no hay comida, ni agua, ni medicinas. Sin embargo, los muchachos se están defendiendo”, declaró en una entrevista con medios nacionales. Asimismo, acusó a Rusia de “destruir deliberadamente a cualquiera que esté” en la ciudad y advirtió de que la “eliminación” de los últimos militares resistentes allí “pondría fin a cualquier negociación de paz”.
El director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, advirtió también el sábado de que más de 100.000 civiles en Mariupol “se están muriendo de hambre” y “necesitan desesperadamente alimentos, agua y calefacción”. Beasley se quejó a su vez de que “las fuerzas rusas que controlan el acceso a la ciudad no han permitido la entrada de ayuda, a pesar de que hemos exigido el acceso”.
En Járkov, segunda ciudad del país, las columnas de humo y ataques de artillería son constantes. Además de los cinco muertos que se han registrado allí, otras dos personas han muerto este domingo en un bombardeo en Zolote, en la región oriental de Donbás, según el gobernador regional.
Y el extrarradio de la capital, Kiev, ha sido bombardeado por tercer día consecutivo. Es la aparente respuesta al hundimiento del Moskva, el buque insignia de Rusia en el mar Negro, que ha traído de vuelta las alarmas antiaéreas y puesto fin a varios días de relativa calma en la capital. El Ministerio de Defensa ruso afirma que el objetivo del misil era una fábrica de municiones en la localidad de Brovari, a unos 20 kilómetros de Kiev, que “fue destruida”.
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