Hasta hace no mucho, las ausencias de Sergio Ramos se antojaban como un problema irresoluble para el Real Madrid cuando el equipo encaraba el tramo decisivo de la temporada. Sin ir más lejos, sin su capitán, el conjunto blanco cayó consecutivamente en los octavos de Champions dos años seguidos. En 2019 le apeó el Ajax y en 2020 el Manchester City aprovechando, entre otras circunstancias, que Sergio Ramos estaba sancionado en los dos partidos de vuelta de ambas eliminatorias.
Esta temporada, hasta que tuvo que ser intervenido en quirófano por una lesión en el menisco, el central andaluz se había convertido en uno de los jugadores más destacados del curso blanco. Su creciente influencia en el sistema de juego blanco, su jerarquía defensiva y su capacidad de liderazgo le permitían mantener su estatus como uno de los futbolistas más importantes de la plantilla.
Sin embargo, la lesión muscular en el gemelo sufrida con la selección en el entrenamiento posterior al partido contra Kosovo justo cuando estaba dejando atrás sus problemas de menisco supusieron un frenazo en su vuelta a la dinámica del Madrid y situaron al equipo blanco en una situación muy delicada.
Los de Zidane debían jugarse sus aspiraciones de título sin su gran capitán, que causaría baja ante el Liverpool en los cuartos de final de la Champions y contra el Barcelona en el Clásico. A su ausencia se sumó también la de Varane, que dio positivo en coronavirus el mismo día del partido contra los de Klopp en Valdebebas.
Contra todo pronóstico y en plena tormenta, emergieron las figuras de Eder Militao y de Nacho para dar consistencia a una defensa de circunstancias que superó con nota los envites ante Liverpool, Barcelona y también Chelsea. Los dos centrales suplentes dieron un paso al frente para meter al Madrid de lleno en la pelea por los títulos. El regreso de Varane ante el Chelsea bajó las prestaciones defensivas de un Madrid que sufrió de lo lindo en Valdebebas para mantener viva la esperanza de meterse en la final de Estambul.
Ahora todas las miradas están puestas en el trascendental partido de Stamford Bridge, a donde llega el Madrid el próximo miércoles con la obligación de superar la desventaja del 1-1 de la ida. Al choque se apuntará casi con toda seguridad un Sergio Ramos, que no entró en la convocatoria contra Osasuna tras causar baja los últimos nueve partidos del Madrid (Celta, Eibar, Liverpool, Barcelona, Liverpool, Getafe, Cádiz, Betis y Chelsea). En esos nueve enfrentamientos, el Madrid solo ha concedido cuatro goles y ha dejado la portería a 0 en cinco de ellos, lo que evidencia la mejoría defensiva de un equipo sostenido en buena medida por el gran momento de Thibaut Courtois.
El regreso de Ramos puede suponer un elemento de desestabilización en la retaguardia blanca toda vez que Nacho y Militao parecen indiscutibles. El brasileño comandó la victoria del Madrid contra Osasuna marcando el 1-0 a falta de 15 minutos para el final. El capitán, que se ha perdido 25 de los 45 partidos que ha disputado el Madrid este curso, llegará a la cita ante el Chelsea sin apenas rodaje frente a una de las delanteras que más y mejor explotan los espacios de las defensas contrarias, quizás la suerte que menos domina un Ramos que siempre está más cómodo defendiendo hacia adelante.
En las peores circunstancias el Madrid ha sabido sufrir y sobrevivir sin Ramos, figura capital de un equipo que deberá jugarse la vida en Stamford Bridge con su capitán a punto. Un problema nuevo e inesperado para Zinedine Zidane, que ya había dado con la tecla para encontrar la ansiada solidez.
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