El PSG se encuentra con un techo de cristal que le impide adaptarse a los tiempos modernos. Quiere crecer y rentabilizar todo su potencial, pero no puede hacerlo en su condición de arrendatario en el Parque de los Príncipes. El cuadro francés sigue enfrentado con el Ayuntamiento de París, que no está por la labor de vender patrimonio a Qatar: “El estadio no se negocia”, aseguró hace poco la alcaldesa Anne Hidalgo.
Las fricciones entre ambas partes han hecho que Al Khelaifi diga abiertamente que si no dan con una solución a tiempo, el PSG tendrá que buscarse su propia casa. No es solo cuestión de orgullo. También de números. Las cuentas son deficitarias y el club no hace suficiente taquilla con un estadio que se le ha quedado pequeño. Esta temporada ha registrado una ocupación del 99%, prueba de que necesitan mayores infraestructuras.
De lo contrario, el PSG seguirá perdiendo valor competitivo respecto a otros grandes clubes del panorama continental. El Real Madrid es el mejor ejemplo tras la reforma de un Santiago Bernabéu que más allá de ser su cancha servirá también para explotar unas cuantas líneas de negocio en paralelo. El Parque de los Príncipes está deteriorado y solo tiene capacidad para 49.000 personas: “La ciudad merece un estadio mejor”, apuntó Al Khelaifi.
Un estudio de Deloitte reveló la semana pasada que el PSG ocupa el quinto lugar en la lista de clubes con más ingresos. Le superan el City, el Real Madrid, el Liverpool y el United. No es casualidad. A pesar de tener a Messi, Neymar y Mbappé, el campeón francés no le saca todo el rendimiento que podría a su estadio, en el que tampoco está autorizado a llevar a cabo una reforma drástica que le genere un beneficio extra para compensar su disparada masa salarial.
La amenaza de seguir infringiedo el Fair Play financiero es real y el club ya tiene una sanción de la UEFA de 65 millones de euros, de los que ya ha pagado diez. A partir de la temporada 2025-26 no se permitirá que el gasto en nóminas supere el 70% del presupuesto, y este panorama no genera optimismo en el PSG. En estas condiciones, el Parque de los Príncipes puede ser incluso una rémora para un equipo que no puede crecer como querría.