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El quinto descenso del Espanyol, una realidad

Sólo faltaba ponerle fecha. Y desde este miércoles el quinto descenso del Espanyol a Segunda es ya, matemáticamente, un hecho. Los de Rufete dieron la cara en el Camp Nou, pero no lograron el triunfo que necesitaban para evitar que el descenso se consumase.



A partir de este jueves el Espanyol de Chen Yansheng, ese que, según dijo el presidente en 2016 en tres años debía estar en la Champions, ya puede dedicar todas sus energías en trabajar para el regreso a la máxima categoría. Es mucho lo que con toda seguridad (no posiblemente, como dijo Rufete el pasado domingo) se ha hecho mal este curso como para que caiga en saco roto: de todo ello debe extraer conclusiones el club para no repetir errores y conseguir el próximo año lo que logró en las campañas 62-63, 69-70, 89-90 y 93-94: la vuelta inmediata a Primera División.


Por el camino de este curso 2019-20 se han quedado tres entrenadores (David Gallego, Pablo Machín y el ‘Pitu’ Abelardo), un estrepitoso fracaso en la sustitución de dos piezas clave el pasado verano (Mario Hermoso y Borja Iglesias, cuya marcha estaba cantada meses atrás, con antelación suficiente para trabajar en profundidad en sus recambios), una inversión histórica de casi 40 millones de euros en el mercado de invierno (la quinta más elevada de Europa, según algunos analistas) y el estrambote final: la llegada al frente del equipo de Francisco Joaquín Pérez Rufete, hacedor de esta plantilla, director deportivo y ahora, entrenador. El hombre que ha firmado definitivamente la sentencia del equipo, tanto desde los despachos como desde el banquillo, es quien debe diseñar la plantilla para el regreso. No es de extrañar que en su agenda no hubiera un hueco, la víspera del derbi, para hacer la protocolaria foto con Quique Setién, su homólogo en el banquillo blaugrana.

Tal cúmulo de despropósitos sólo podía empujar al club hasta un puerto en el que el Espanyol no atracaba desde hacía 27 años, pese a que en este tiempo había tonteado en diversas ocasiones, y a riesgo de quemarse vivo en alguna de ellas, con la caída al abismo que ahora se lo ha tragado. En esta ocasión no ha llegado ese remedio mágico tipo ‘gol de Coro’ entre otras cosas porque si no hubiera sido ayer, el descenso se habría consumado cualquier otro día.



Nueve jugadores de la actual plantilla acaban contrato a final de temporada. Serán estos u otros, pero es evidente que de este plantel deben salir muchos: si cuatro entrenadores no han podido enderezarlo es que el problema no es (sólo) de banquillo.

¿Números? Colista descolgado (jamás acabó el Espanyol una Liga en la última plaza y este curso la ha ocupado ya en 21 jornadas, estando sólo una fuera del descenso), dos victorias en 17 partidos en casa, 55 goles en contra hasta ahora, solo 27 a favor, el que más jugadores afectados tuvo por el COVID-19 (8)… Demasiado lastre para que este Espanyol no se hundiera en la Segunda División que disputará el próximo curso.


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