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El Real Madrid invitó al palco del Unionistas a la monja de 85 años Hermana Marina


La Hermana Marina recibió una llamada en la residencia en la que vive en Salamanca: el Real Madrid la invitaba al palco del partido de Copa entre el club blanco y el Unionistas, que acabó con triunfo para los de Zidane (1-3). A ella, a esta monja taciturna, dura de oído, blanda en las emociones, a ella a la que muchos han conocido por un libro maravilloso escrito por la que fue psicóloga del FC Barcelona Inma Puig: La revolución emocional.



Un ejemplar del libro llegó a manos de Florentino Pérez y el presidente conoció la historia de la Hermana Marina, monja de la congregación de las Esclavas. Marina tiene 85 años y aunque sigue activa, vive en retiro espiritual. Pero cuando era más joven lideraba la educación de niños y niñas de la Casa de la Caridad de Caritas en Aravaca. Allí vivían niños sin recursos, como un pequeño, hijo de un minero en León, originario de Cabo Verde, un crio que creció pegado a las faldas de la monja y a un balón. Porque la Hermana Marina es una apasionada del fútbol y utilizaba el deporte para formar a los niños.

Creó un equipo, lo federó y ahí veías a la monja con sus niños, recorriendo la geografía madrileña. Uno de ellos tenía un talento especial, uno de ellos era especial. Se llama Valdo. Si, Valdo, que se formó en la cantera del Real Madrid, club en el que llegó a debutar para después hacer carrera en Osasuna, Levante, Málaga, RCD Espanyol, club en el que aún guarda grandes amigos. Vicente del Bosque le adora.

Un día, jugando en Son Moix, marcó un golazo con Osasuna y se levantó la camiseta mostrando una interior donde había escrito: “Gracias Hermana Marina”. Esa celebración llamó la atención de Inma Puig que indagó hasta conocer la historia.

La Hermana Marina se puso ayer una chaqueta de caza de su hermano para combatir el frío que hacía en Salamanca en el partido. “Me vinieron a buscar con un coche del Real Madrid, llegué al campo escoltada por la Policía”, explica desde la residencia donde vive.

El partido no le gustó, “las condiciones del campo no eran las mejores, pero nos clasificamos que era lo importante”. Pero estaba feliz porque había visto jugar a Isco, “mi jugador favorito”.

La Madre Superiora sabe que Marina no es una monja normal. Se acerca a comulgar y el párroco le pregunta por Valdo. Y para ella es simplemente uno de esos niños a los que les dio un plan B para vivir. Una monja madridista que vio a su equipo jugar contra el Unionistas. “No fue un gran partido, pero ganamos”, insiste. Y regresa a la residencia donde sigue todos los partidos de su equipo. La radio y ella son inseparables.


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